Siempre

Romances e infortunios de Manuel Ayes

La reseña de esta semana está dedicada a “Infortunios”, los prometedores relatos de un joven escritor nacional

19.01.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS. Todas las cosas desafortunadas y trágicas que pueden sucederle a un joven ingenuo están en este libro. Titularlo “Infortunios” (SEU, 2017) es, definitivamente, uno de los mayores aciertos del autor.

Contiene 21 relatos construidos con un lenguaje pulcro y muchas preocupaciones adolescentes. Está lleno de encuentros fortuitos en cafés, de parejas que se conocen, se aman y fornican (con aburrida delicadeza). También de cosas cotidianas, violencia y sitios familiares que permiten reconocer las calles de Tegucigalpa. Todo en él son tragedias y malentendidos.

Lo innecesario
“Noches en el risco”, el primer cuento, es fantástico y un poco cursi. Una mujer visita con persistencia irracional un risco en busca del hombre que ama y que le ha dicho que lo espere ahí. El inicio del final es predecible: ella se cae y muere. Por pura conveniencia narrativa la encuentra una amiga que llama a unos vecinos que por casualidad tienen a mano un botiquín de primeros auxilios.

La atienden y ella se levanta para hacer lo que es natural después de un accidente: volver al cerro de donde se cayó. Allí encuentra a su hombre y se da cuenta de que está muerta. Todas las casualidades precedentes son innecesarias para este final.

Sin duda estos detalles que construyen buena narrativa no desvelan a mucho al autor. Sólo así se explica que “Diagnóstico equivocado”, un cuento realista, esté contado desde el imposible punto de vista de un muerto. Pero esta asombrosa locuacidad post mórtem no supera el indescifrable acertijo que plantea “Semántica de funerales”, un microrrelato en el que las protagonistas confunden al lector reflexionando misteriosamente sobre el significado de la palabra “enterrado” mientras sepultan al padre de familia.

La culpa
Casi todos estos cuentos repiten una estructura y tienen un final que busca sorprender al lector. Lo realmente interesante, sin embargo, es lo monótono que puede llegar a ser este procedimiento narrativo después de recibir tantas sorpresas en un solo libro. A pesar de esto, vale la pena leer “Infortunios”.

Hay algo encantador en la ingenuidad de algunos personajes y las situaciones que retrata tienen un poco de experiencia contada por un vecino, de vida cotidiana en un país de confusiones trágicas.

“Infortunio expiatorio” y “Fantasma”, por ejemplo, son dos relatos que permiten que el lector intuya, incómodamente, la horrorosa culpa de los personajes. En el primero el amor obsesivo y una mentira estúpida desembocan en la muerte del padre de una joven. Y en el segundo la curiosidad de unos niños mata a un hombre solitario.

El miedo y la violencia que nos rodean pueden asesinarnos incluso accidentalmente, tal como se lee en “Jugando a la huida”. “Escena del crimen” es una especie de crítica superficial y, tal vez por eso entretenida, sobre la banalidad de esos pequeños intelectuales que tienen raptos eróticos mientras discuten sobre cultura en un café, pero son insensibles a la realidad. Todo esto hace suponer, considerando que este es su primer libro, que Ayes nos entregará una mejor literatura en el futuro cercano. Estaremos pendientes para leerlo…