Crímenes

El artículo de Octavio Carvajal: ¡En Miami!

Una mujer –esposa de un prominente político- está siendo investigada por EUA. La señorona compró varios inmuebles en Miami entre los que figura un “pequeño” centro comercial por cuatro millones de verdes

11.08.2018

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Si no está aquí está en Miami, responden ciertos personajes cuando se les pregunta dónde se metieron unos “empresarios” o políticos que han desaparecido como por arte de magia del mapa hondureño. Ya nadie los ve en comilonas, en cafés ni citas de alcurnia en las que saltaban con o sin invitación posando altivos para las cámaras de nuestra sociedad.

Para aquellos que desde domos siguen pensando que los gringos se olvidaron de las extradiciones, de ajustar cuentas con estrellas de alta sociedad y políticos ligados al narcotráfico y lavado de activos, les traemos noticias frescas relacionadas con cositas escondidas por el norte donde algunos hicieron parada sin pronto retorno.

Tamal
Y los de linaje no quieren hacer bulla ni mucho menos referirse a que amigos de infancia se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos sin dar cuenta de nada. Sin duda que Los Cachiros y otros carteles de la droga no se tragaron todo el tamal al rendirse o ser cogidos en suelo catracho por agentes de la DEA. Ni Ramón Mata hijo está chupándose el dedo en una prisión gringa.

Han caído por todos lados. Por Belice, en Nicaragua, en alta mar, donde sea. Atrás quedaron los mil amores en infinitos jardines al pie de mansiones con poderosas empalizadas en medio de potreros o frente al mar. Sinfín de cortesías, brandis tras brandis con la barriga de fuera, ah, sin faltar el costoso habano cantando narcocorridos. ¡Olvidaron!

Los gozos parecieron eternos transando el polvo blanco para costear campañas políticas y sus rarezas. Lujosos jets y caballos pura sangre a costillas de pinches avionetas repletas del alucinógeno. Sombrero en el campo, en la pista clandestina o en citas informales y traje de lino para ir a las fiestas de independencia de Estados Unidos. ¿Cuál capo? ¿Yo? ¿Jamás? Meras vilezas.

Madeja
Insistimos en que los gringos no apuran nada, todo bien hilvanado para no enredar la famosa madeja. El iris como las huellas son exactas. De cada uno de sus invitados tienen fotografías de sus “amistades” y no de sus “negocios” con el mundo narco. En las redes de la DEA han caído de diversas formas. Los capturan o se rinden de forma controlada.

Hebra por hebra hasta terminar el carrete de léperos. Así han trazado las acciones desde el imperio sobre los perfumados hondureños que ya casi no salen posando para las fotografías de razas otrora intocables. En las callejas del norte se han hundido expresidentes, candidatos a gobernantes, diputados, “empresarios” y otros actores liados a capos y sus redes.

Medio mundo pregunta por qué ciertas “figuras” rimbombantes han desaparecido de estas honduras en “viajes de placer” por Estados Unidos. De forma reciente, le preguntamos a un amigo que ya días no sabíamos de un conocido inversionista catracho a lo que nos dijo: “Si no está aquí, está en Miami”.

Su fingida seguridad nos creó muchas dudas. Auscultamos por doquier y con certeza podemos afirmar que, igual al que nos referimos, varios han sido recibidos en los últimos tres años en la tierra del sol con mucha gentileza y sutileza. Los han ataviado con inéditas “esclavas de plata”, por cierto, muy lindas. Su itinerario puede cambiar a Washington y Nueva York. Todo de gratis.

Puñetes
Para no dejar tirrias entre los insignes paisanos, a cada quien se le brinda una mudada holgada, sin problema alguno en la entrepierna. Pocos colores para escoger, pero a lo regalado no se le haya lado. De acuerdo con su referencia así su estadía para su corto o largo refrigerio. Los baños de la habitación igual que sus “esclavas”, cromadas. ¡Preciosas!

De esta forma pueden sentirse como en casa al ver que reposan en habitaciones donde todo es cromo. Desde el servicio sanitario hasta el grillo, pero del baño, no sean malpensados. De algunos de ellos que están de “vacaciones” por Miami tenemos sus nombres y apellidos. Empero, mientras de la tierra de Donald Trump no canten, nosotros tampoco corearemos.

Repreguntamos por todos lados y nadie suelta nada. Sus aleros juran que “andan en Miami”. Cómo no, claro, en Miami, mírennos la seña que tontos no somos.