Siempre

Randall Roque y su idea de 'amar el monstruo que somos”

Sus registros de escritura son universales, posee una fuerte inclinación a indagar poéticamente todo lo cotidiano

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16.12.2017

Una madrugada en el bar “El lobo estepario” del centro de San José, Costa Rica, yo llevaba esa cerveza a medias cuando se me acercó el poeta Dennis Ávila con un trago del ron que me gusta a presentarme un poeta.

Le acompañé al extremo de la barra en penumbra, “Soy Randall” me dijo, y Dennis, que es tan gentil, intervino con una frase “en verdad, Salvador, este es un gran poeta, y huraño, para más señales”.


Luego de las cortesías, comenzamos una conversación que se extendió por seis tragos más, a la que se sumó el gran poeta boliviano Gabriel Chávez Casazola; al amanecer salimos del bar a desayunar y a continuar conversando, eran las 6:00 de la mañana y ya tenía en mis manos el libro “Contracultura” que Randall Roque me obsequió.

Ya en Gracias, Lempira, mientras se fraguaba un golpe de Estado electoral en Honduras y una candidatura ilegal de reelección, comencé a leer a Randall Roque; alternaba la lectura con algunas llamadas para saber cómo estaban los amigos y por supuesto con las pausas del terror por la carnicería humana ante nuestras narices.

En muchos poemas de Randall Roque hay una suerte de entramado narrativo que no pretende contarnos una historia, sino sugerir retazos o imágenes sueltas sin carácter descriptivo o fabulesco, son más bien la evidencia de los escenarios mínimos del transcurrir que son capaces de generarnos grandes esbozos sinestésicos cuyo absurdo nos muestran el mundo como es.

He leído unos tres libros de este autor y me llama la atención que sus registros de escritura son universales, además posee una fuerte inclinación a indagar poéticamente todo lo que las palabras pueden cubrir, no hay una idea reduccionista de tematizar la poesía o adherirla al formato tradicional.

Alfredo Fresia opina de él: “Me gusta la capacidad de Randall Roque de hacer poesía a partir de lo cotidiano, desde la mirada de su generación, de hacer ironía, casi humor… Lo veo emparentado con los poetas que dialogan con la industria cultural”, y José Carlos Rodrigo piensa que “es una poesía de resistencia, un baluarte contra los males de la vida mecanizada”.

Coincido poco con Fresia en cuanto a esa idea de “lo cotidiano”, pero no como temática sino como campo de batalla de la practicidad y desembocadura del caos existencial que genera el orden y la imposición de la armonía sistémica, en cierto modo la vida cotidiana dejó de pertenecernos porque ya nosotros no la construimos, asistimos a ella, nos la dan enlatada y en apartando lo trágico o lo estructural del asunto, es ese panóptico que todos llevamos como conciencia.


En cierto modo, su poesía vuelve por las huellas existenciales de las paradojas, a veces uno pareciera que está ante verdaderas escenas o cuadros de trazos surrealistas, sin embargo no es así, uno asiste nada más donde arde el poema cuando el sujeto enfrenta el mundo como nos lo ha sugerido el sistema o la alienación, es aquí donde el poema suplanta la intimidad o más bien la delata y pregona su rebeldía.

La idea de la nostalgia no como idea de la pérdida existencial sino como un mal mayor cercano al hastío es materia básica de la poesía de este autor: “Donde exista maldad, ahí germinaremos”, “No hay otra salida: amar el monstruo que somos”, “Uno no sabe cómo deshacerse de una casa que habitó dentro de otra casa” (Todos versos de poemas del libro “Contracultura”).

Una lectura o más bien una proximidad a la poesía de Randall Roque es ese sentido de sus alegorías que no retoman el lenguaje de los símbolos ni los registros culturales y ni siquiera la retórica de la figura misma, sino más bien propone nuevas versiones vinculadas a la ironía tragicómica de la existencia.

La capacidad de elevar la insignificancia, la mundanidad y la practicidad de la vida a un lenguaje superior que no quiere salvar ni los instantes, ni al poema, ni al hombre sino mirarlo de frente; eso explica el sarcasmo a flor de piel en muchos de sus poemas (“Colchón blanco para Sasha Grey”, por ejemplo, uno de los mejores poemas de su libro “Contracultura”, donde queda claro lo expresado aquí, esa exploración de planos no narrativos sino de la realidad y cómo el poeta puede desmontar esa naturalización a priori cuando nuestra percepción es cosificada).

Es Randall Roque un gran poeta, queda la invitación para leerle y alegrarse por la buena salud de la poesía centroamericana.