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Las inundaciones se convierten en caldo de cultivo de enfermedades

Tras dos semanas de lluvia, miles de tailandeses viven prácticamente bajo el agua y además conviven con ratas o ciempiés

05.11.2011

Somporn se despertó con un grito en su casa medio inundada en el norte de Bangkok. Un ciempiés venenoso de 25 centímetros la había mordido en el brazo.

“Menos mal que no era una serpiente”, dice la joven. “De lo contrario, estaría muerta”. Somporn vive en el barrio de Don Muang, cerca del aeropuerto para vuelos internos.

La zona fue una de las primeras de la capital en quedar anegada cuando las masas de agua del centro del país alcanzaron Bangkok. Desde hace dos semanas, el agua se eleva un metro en la planta baja de su casa de madera. Por eso, vive en el segundo piso, con cinco gatos, tres perros y ocho patos.

Cuando el ciempiés la mordió, la joven tailandesa tuvo que caminar hacia la autopista, con el agua cubriéndole hasta el pecho. Esta carretera está construida en altura, por encima de una presa, y por ello no se ha visto afectada. Allí encontró un taxi que la llevó al hospital.

Desde que comenzaron las inundaciones en Tailandia, sus ciudadanos tienen que convivir con ciempiés y ratas, pero también con enfermedades como la diarrea, la fiebre e inflamaciones. La autopista se ha convertido en el único medio de aprovisionamiento.

Las carreteras secundarias y los accesos están llenos de vehículos de gente que consiguió aparcar allí antes de que llegara el agua.
DESDE DENGUE HASTA LEPTOSPIROSIS. Entre tanto, va llegando la ayuda, en forma de medicinas y alimentos para estos ciudadanos varados. Y cada mañana, les toca chapotear por calles inundadas de un agua que es ya caldo de enfermedades hasta acceder a la autopista.

“¿Qué podemos hacer? Hemos aguantado dos semanas en nuestra casa inundada, pero nadie de las autoridades ha venido a ayudarnos”, dice Somsak Suknimit.

El nivel del agua es tan alto que a su mujer, Somphat, le cubre por completo. Por eso, la tiene que llevar a hombros hasta la carpa de la Cruz Roja, donde hay comida y medicamentos. Hasta ahora, el gobierno de Tailandia ha aportado 40,000 euros (56,000 dólares) a la Cruz Roja tailandesa.

“Vemos sobre todo a gente que sufren jaquecas, diarreas y hongos en los pies”, dice la enfermera Varabhorn Bhumiswasdi, que trabaja como voluntaria. “También tememos que aumente el número de casos de leptospirosis”, una enfermedad febril que se transmite por el contacto con orina, sangre o la piel infectada de ratas y ratones. Todos los años, en la estación lluviosa, aumentan los casos en el norte de Tailandia.

El dengue es transmitido por el mosquito Aedes, que habita preferiblemente en los lugares con agua estancada. En el lenguaje popular, la enfermedad se llama también “fiebre rompehuesos”, pues entre sus síntomas están un intenso dolor en articulaciones y músculos.

“El dengue está ya de por sí expandido en Tailandia, aunque no haya inundaciones. Pero el agua hará que este año empeore la situación”, afirma el especialista de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Tailandia, Chaovalit Thanthinmitkul. “El gobierno debe tomar medidas ante el previsible fuerte aumento de casos”.

Desde que comenzaron las inundaciones han muerto más de 380 personas. “La mayoría perdieron la vida por descargas eléctricas, no por enfermedades”, señala el ministro de Salud Pública, Wittaya Buranasiri. Pero más de 750,000 personas han enfermado a causa de las crecidas.

Tres cuartos de los pacientes ingresados en hospitales de la provincia de Pathum Thani sufren resfriados e infecciones en los pies.

CALENTAMIENTO. Los desastres climáticos, como las sequías, las inundaciones, los ciclones y los incendios, son más frecuentes e intensos bajo el efecto del calentamiento global provocado por la actividad humana, una tendencia que puede agravarse, advierte un informe de la ONU sobre el clima.

En cualquier caso, el impacto del calentamiento climático en estos fenómenos depende de su naturaleza y de las diferentes regiones, ya que es muy desigual.

Además el nivel de confianza de las previsiones de los especialistas varía según la cantidad y la calidad de los datos disponibles.

Pero cientos de científicos que redactaron este informe para el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su acrónimo en inglés), y del que la AFP obtuvo una copia, son formales: los fenómenos climáticos extremos serán más marcados y frecuentes durante las próximas décadas, lo que aumenta el peligro para los habitantes del planeta.

“Es el mayor esfuerzo jamás realizado para evaluar la forma en la que los extremos están cambiando”, asegura Neville Nicholls, profesor de la universidad Monash de Melbourne y coordinador de uno de los capítulos de este informe que aún puede ser revisado por la ONU durante una reunión en Kampala, antes de su publicación, programada el 18 de noviembre.

Una publicación que coincide con una serie de catástrofes naturales devastadoras que suscitan numerosos interrogantes y mucha inquietud.
En 2010, las temperaturas récord favorecieron los incendios que asolaron los bosques de Siberia, mientras Pakistán e India sufrían inundaciones sin precedentes.

Este año Estados Unidos registró a su vez un número récord de desastres, desde las crecidas del Misisipi y del Misuri hasta el huracán Irene, pasando por una sequía terrible que afecta actualmente a Texas.

Regiones enteras de China sufrieron intensas sequías mientras lluvias torrenciales barrían América Central y Tailandia. (AFP)