Otro alto dirigente deportivo hondureño está siendo investigado por Estados Unidos tras declararse culpable el colombiano Miguel Trujillo, quien habría embarrado su cabeza en las seductoras coimas repartidas entre personajes ligados a la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), cuyo escándalo cumple un año en mayo próximo.
Tras la captura y encierro de Alfredo Hawit y la entrega “voluntaria” de Rafael Leonardo Callejas, quien se defiende en libertad con grillete electrónico, esferas políticas se han visto sacudidas. Muchos (as) siguen pasmados al ver el rigor del Departamento de Justicia estadounidense, que no da tregua a nadie por los casos de FIFA.
Secretos
Del voluminoso expediente pudimos conocer pequeños datos relacionados con Trujillo, quien sostuvo diversas reuniones con Hawit y unos roces con Callejas para pactar contratos de transmisión de partidos mundialistas, además de fogueos de la bicolor nacional. Su empresa de mercadeo deportivo Media World Traffic tiene su sede en Miami.
Hace quince días, ante el juez federal Raymond Dearie, en Brooklin, el colombiano amigo de otros personajes “catrachos” (Do you remember?) se declaró responsable de cuatro delitos, entre los que figura conspiración en lavado de dinero. Pagó una fianza de millón y medio de dólares para driblar la cárcel. Está en arresto casero y con argolla, como Callejas.
El escándalo FIFA ha salpicado, hasta ahora, a 40 poderosos que pasaban “encantados” con el fútbol, pero, por los toques bajo la mesa. Bombazo uno, cañonazo el otro. Anotaron goles enfáticos a puro moje. Iremos al mundial, decían, previo a partidos clasificatorios o de entreno mientras convenían pelotas de billete en lujosos hoteles del mundo.
Testigos
De los acusados, 13 se confesaron culpables, entre ellos Trujillo, incondicional de Hawit y Callejas, quienes curiosamente se sueñan “inocentes” de todos los cargos. Tiempos gloriosos que no volverán a disfrutar poniendo la camiseta de la “H” en más de 8 millones de compatriotas hipnotizados por enmascarados. ¡Verdadera lotería!
Lo que muchos no saben es que Trujillo, en una de esas tantas citas secretas, se hacía acompañar de dos cercanos que los presentó como testigos ante el juez Dearie. Ambos afirmaron que otro beneficiado invirtió parte de las coimas para comprar inmuebles en Honduras sin darse mayores detalles. Top secret, please. Despejen dudas llamando al magistrado.
En la adquisición de bienes salta una dama, pero, se ignora si las puso a su nombre o las pasó a manos de testaferros para que nadie dude o alegue que el gol de oro fue anotado fuera de juego o pagando al árbitro. No existe ninguna duda de que los tantos valieron más de un millón de dólares solo para dos o tres.
La madeja apenas inicia a desenredarse. Cheques salieron de Wall Street y pasaron por dos bancos locales que pronto serán sancionados.
Calladitos
Se sabe de constantes tertulias en lugares donde charlan distintos regentes deportivos que trabajaron con Hawit y Callejas. También asisten algunos narradores donde supuestamente se les pide moderar o no comentar nada, si no es mucha la molestia, sobre el tema “FIFAgate”. ¡Santo Dios! ¿Será cierto?
De acuerdo a serias indagaciones, Trujillo tuvo pláticas y negocios con otro alto dirigente deportivo cuyo nombre está en poder del juez Dearie. Recordamos que Loretta Lynch, fiscal general de Estados Unidos, nombrada en abril de 2015 por el presidente Barack Obama, destapó la podredumbre en la FIFA. “No escaparán”, sentenció Lynch.
Frase lapidaria que se está cumpliendo. Hasta ahora nadie de los que fingían “amor” por el deporte más emblemático del mundo ha huido del castigo ni de la cárcel en la ciudad de los rascacielos. Lynch, quien el próximo 21 de mayo cumplirá 57 años de edad, sigue implacable con los bandoleros. Obama siempre encomia su labor en actos públicos.
Supimos que Hawit está en serios aprietos por la confesión de Trujillo, no obstante, el “biónico”, pese a las acusaciones, estaría de regreso en los próximos seis meses, según amigos y parientes que añoran ricos jolgorios en su fortaleza. Tal vez rompe la pulsera.