Cuando pudimos tratar al ahora temible “Sisimite”, jamás reputamos por candidez que en poco tiempo demostraría, junto a su tifón de “perros de garra”, ser un anhelante desmedido con más poderes, hasta de ultratumba, que el propio mandatario de los hondureños.
Los vigilantes que ayer gritaban y lloraban en las calles de llanura hoy, vagabundos, ostentosos y olorosos de castidad, acusan de “derechistas ultraconservadores” a quienes pusieron el pecho para entregarles la guaca.
Se olvidan estos “cachos trinqueteros” elitistas y excluyentes que están vendiendo en pedazos el país porque en su encabritada avaricia perdieron todo tipo de recatos por hartarse sin saciedad. Algunos empresarios, atrincherados adrede y por pánico, siguen taciturnos ante sus embates.
Son los mismos de siempre. Solo afeitan sus palabras, sus mohines y sus cabriolas. Las uñas son afines, apenas cambia el matiz. Ser o no moderado no le indulta lo corrupto ni lo impune.
Quien alegó ignorar la cuchillada a sus compañeros en la injusta Corte, también es conservador por su chamba. Es nuevo e incondicional el prefecto. El resto también se alineó.
TRISTE REALIDAD. Los dueños del manto de la pulcritud califican de inicuo el sistema. Su notable tema diario es el “golpe de Estado”, pero avalan el estacazo malcriado por el bien de la ración. Todo tiene su precio. De Wilfrido Vargas se le dedica una tonadilla, al que habló muy testarudo de la tortilla. “Con la plata baila el mono”.
Lo del pasado fue infecto. Ahora “Sisimite” y su jefe, otrora indomables a lo infecundo, piden a gritos la “cuarta” por ser su amiga de convite y la “quinta” el éxtasis del regodeo.
Del albollón no se hable más. “Él es mi amigo”. Como paisanos se relamen el uno al otro sistemáticamente sin cuestionar sus hediondos mandatos. Nomás están callejeando. Nadie alterca nada. Quien se ufana de no temer al cadejo tiene un control casi total en las butacas. A sus pies se rindieron también lenguas exuberantes, narcotizadas y egocéntricas para completar la jauría de garra.
Estas plumas con olor a “impuesto de guerra” salen como fieras alumbradas en defensa de sus crías. “El jefe” no es culpable de todo, gritan ofrecidas como pelanduscas de esquina. Hasta filibusteros que daban la vida por “San Mel” alegan en el nombre del “padre y del pisto” que el hombre vecino de “El Molinón” es una colina y una ubre de virtud. ¡Carajo!, qué envidia sentirán los azules desunidos y en pampa por la ambición de sus impíos. Estamos henchidos de asfixiante alegría por tenerlos a ustedes, radiantes tras abandonar su lobreguez. Son tétricos, arteros, bribones del mismo sumidero. Marcan la diferencia.
Estamos llegando a momentos inopinados, inefables donde el podrido se siente adonis porque sus sabandijas lo lamen y lo glorifican en su camino despótico, quitando a los flojos que no ponen resistencia por el bañe.
Hasta los préstamos y donaciones los maneja a discreción el venerado y apetecido “Sisimite”, aunque no quede ni un cinco para comprarle frijoles al menesteroso.
Qué ambición tan desbocada la del “Fogonero”. Habla de Dios y no le importa su blasfemia. Los periodistas irradian y se deleitan cuando los convoca para moderarles y reprenderles sus detracciones. Las preguntas y sus críticas deben ser sumisas. En el camino aderezamos el eje.
“Esto no es autoritarismo”, tima el congresista en comparsa con su patrón y la buena sorbida de los “fufurufos cachurecos” celebran encantados en fastuosos hoteles de la capital cómo lubricar la “cuarta y la quinta” porque al que gobierna dice que le “resbala” lo que diga su pueblo.
LO QUE HAY DETRÁS. La intención es desviar la atención de los menudos problemas que no han resuelto ni solventarán en sus alucinaciones convertidas en pesadilla para nosotros los hondureños que verdaderamente amamos nuestro país.
Más de veinte mil compatriotas muertos violentamente en tres años de administración nacionalista, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Afines al gandul que se fue y ahora al binomio “Bono Diez mil” consideraron “High Honor” 2012 al Secretario de Seguridad, incondicional del empalizado que no se despega el espejito mágico que maquilla las aterradoras y cruentas cifras.
Arrebatados por las mieles del poder, los uña y mugre enardecen acusando de fuleros a los que califican de remedo el régimen con cartel lúgubre, de robo, descaro, frialdad, “mojes”, queridas, rumbas, avionetas, corte de magistrados, hedor e impunidad.
A lo circense montan conferencias de prensa. El que vociferó en campaña pasada que “traería paz a la nación”, es el principal actor de la binza de pavura y convulsión inmutable en que nos tiene hablando de cuarta, de quinta si lo indigno es tenerlos de cuatreros. Nuestra Honduras no demanda constituyente ni una nueva Constitución. Urgimos de políticos liados con la moral y no con el infierno. Si la Carta Magna es la traba y la proxeneta para estos inatacables hombres, solo falta que por descoco ensayen reformar la biblia acusándola de nuestro suplicio, herejes. La criminalidad, la corrupción, las francachelas, el despotismo, el hambre, la devaluación y el descrédito internacional hicieron añicos el “puño firme” que, invariablemente ilusionista, terminará con todos los morbos cuando su mimoso jugador de baloncesto no solo meta la cuarta, la quinta, sino que también “meta cesta”.