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Los mejores Catrachistes de esta semana

-Espero que esta vez hayas estudiado para el examen.

-Por supuesto.

-Háblame del Tercer Reich.

-¿El de la mirra?

06.12.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-

-Camarero, ponga una de calamares a la rumana, por favor.

-Será a la romana.

-Irina, cariño, dile al gilipollas este de dónde eres...

-Para chiste malo el del hombre entre las dos vallas. ¿Te lo sabés?

-No

-Vaya, hombre, vaya.

-Buenas, ¿me da una caja de ácido acetil salicílico, por favor?

-¿Aspirinas?

-Sí, eso, que nunca me acuerdo del nombre.

-Espero que esta vez hayas estudiado para el examen.

-Por supuesto.

-Háblame del Tercer Reich.

-¿El de la mirra?

Un hombre llega a la consulta del psicólogo y dice:

-Doctor, tengo un gran complejo de superioridad.

-A ver, siéntese y le ayudaremos.

-¡Tú qué me vas a ayudar, doctorcillo de pacotilla!

-Hola, soy paraguayo y quiero pedirle la mano de su hija para casarme con ella.

-¿Para qué?

-Paraguayo.

Llama un químico por teléfono a otro un viernes por la noche:

-¿Qué haces? ¿Sales?

-Sí, un bromuro de potasio.

Cierto supervisor visitó una escuela primaria. En su recorrido observó algo que le llamó la atención: una maestra estaba atrincherada atrás de su escritorio, los alumnos hacían un gran desorden, el cuadro era caótico. Decidió presentarse: “Permiso, soy el supervisor... ¿Algún problema?”
“Estoy abrumada, señor, no sé qué hacer con estos chicos...
No tengo láminas, no tengo libros, la secretaría no me manda material didáctico, no tengo recursos electrónicos, no tengo nada nuevo que mostrarles ni qué decirles...”
El inspector que era un “docente de alma”, vio un corcho en el desordenado escritorio, lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos: ¿Qué es esto? “Un corcho, señor”....gritaron los alumnos sorprendidos. “Bien, ¿de dónde sale el corcho?”.

“De la botella, señor.
“Lo coloca una máquina...”, “del alcornoque... de un árbol”... “de la madera...”, respondían animosos los niños.
“¿Y qué se puede hacer con madera?”, continuaba entusiasta el docente.
“Sillas...”, “una mesa...”, “un barco!”.

Bien, tenemos un barco.
¿Quién lo dibuja?
¿Quién hace un mapa en el pizarrón y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito?
Escriban a qué Estado del país pertenece.

¿Y cuál es el otro puerto más cercano? ¿A qué país corresponde? ¿Qué poeta conocen que allí nació? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar?
Y comenzó una tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión, etc.
La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase le dijo conmovida: “Señor, nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas gracias.”

Pasó el tiempo. El supervisor volvió a la escuela y buscó a la maestra. Estaba acurrucada atrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden... “Señorita... ¿Qué pasó? ¿No se acuerda de mí?”
“Sí, señor. ¡Cómo olvidarme! Qué suerte que regresó. No encuentro el corcho. ¿Dónde lo dejó?”.

Un matón de metro noventa y casi cien kilos de peso entra en el bar, le da un puñetazo a la barra y pregunta con voz amenazante: ¿QUIÉN ES JUAN?
Un tipo delgadito y bajito se levanta de una de las mesas, apurando su cerveza, y contesta.
—Yo soy Juan, ¿pasa algo?
El matón agarra a Juan, lo saca del bar y le pega una paliza. Juan vuelve a entrar en el bar. Cojeando. Con toda la cara y la camisa manchada de sangre. A pesar de que le duele respirar, se está riendo, muy flojito.
—He engañado a ese estúpido -dice-. Yo no soy Juan.
Yo no soy Juan.
—Hombre, Juan, cómo has cambiado.
—Yo no soy Juan.
—Más a mi favor.

—Buenas, ¿cuánto cuesta el bus?
— 11 lempiras.
—¡Pues que se bajen todos, que me lo quedo!

—¿Cuánto cuesta alquilar un coche?
—Depende del tiempo.
—Vale, pongamos que llueve.

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