Honduras

Libre comercio sexual en las redes sociales en Honduras

En las redes sociales hay chicas que venden su cuerpo. También operan proxenetas que explotan hasta estudiantes, según el relato de una sexoservidora

FOTOGALERÍA
06.03.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- A las 2:00 de la tarde parecía una hora casi imposible para lograr una cita que combinara sexo con negocio.

Sin embargo, una red social era lo único que se ocupaba. Teléfono en mano, un perfil falso y una red de wifi bastaron para comenzar la transacción.

La Unidad Investigativa de EL HERALDO se infiltró en el mercado sexual cibernético donde contratar los servicios de una jovencita no lleva ni media hora.

El equipo comenzó a buscar las páginas de Facebook donde están a disposición cientos de mujeres, sobre todo jovencitas que venden su cuerpo a desconocidos, sin saber las intenciones y qué les puede pasar.

Se escogió una de las páginas más buscadas: “Prepagos Tegucigalpa”, aquí las mujeres ofrecen su cuerpo y la mejor forma de hacerlo es por medio de fotografías donde aparecen semidesnudas.

“Soy prepago, doy mucho placer. ¿Quieres tenerme? escríbeme al números 99xx xxxx, estoy disponible, solo hombres interesados”, decía el sugestivo mensaje.

Pero existe una red de proxenetas y explotadores que ofrecen mujeres atractivas a 2,000 y 3,000 lempiras y hasta postean mensajes ofreciendo empleo para chicas bonitas que quieran ser prepago.

Una ley inviolable para ellas es usar su nombre verdadero, ellas trabajan en las sombras y utilizan perfiles falsos para evitar ser conocidas por su familia, amigos o la misma pareja sentimental.

La Unidad Investigativa escogió a la primera chica para intentar concertar una cita, pero al intercambiar número de teléfono hubo problemas de recepción y eso la molestó.

Como la oferta es amplia se buscó en la lista de contactos de Facebook y se le mandó un mensaje a otra chica que estaba disponible. Con ella la suerte fue diferente:

-El Heraldo (EH): Hola, ¿está disponible?

Sexoservidora (SS): Sí, escríbame a mi número 88xxxx.

-EH: Está bien.

El equipo de EL HERALDO aguardó el contacto como prepago 2 y comenzó la negociación.







Después de explicarle cómo se le contactó, accedió a enviar un par de fotografías. Era una jovencita de entre 19 y 21 años, delgada y con curvas atractivas.

En las fotos aparecía su rostro, su sonrisa era adornada por sus labios pintados de rojo y lucía un diminuto vestido negro, dejando ver parte de sus senos y piernas.

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Encuentro
Al preguntarle si 1,500 lempiras era el precio más bajo por el que ofrecía “amor”, la joven contestó: “sí ese es el precio, me va a tener toda la tarde, hay otras chicas que cobran 2,000 y solo una hora”.

Al ver la negativa de la jovencita se concertó la cita en un mall de Comayagüela.

Como ya eran más de las 2:30 de la tarde, se dispuso programar el encuentro a las 3:20 de la tarde.

El equipo de la Unidad Investigativa de EL HERALDO tomó la ruta hacia Comayagüela. En el camino la jovencita, vía teléfono, informó que iba saliendo de su casa y que se le llamara a otro número para saber cuando estuviera allí.

Cerca de las 3:00 de la tarde el tráfico se vuelve pesado en los alrededores de la ciudad, ya eran las 3:20 de la tarde y el teléfono sonó...

-EH: Aló...

-SS: Ya estoy aquí, donde quedamos, ¿por dónde viene?

-EH: Ya estoy llegando, el tráfico está pesado.

-SS: Está bien, pero apúrese, tengo que regresar temprano.

Al llegar al estacionamiento del centro comercial los periodistas observaron el lugar donde dijo la jovencita que iba a estar, cerca del estacionamiento de motocicletas.

En medio de la muchedumbre se distinguía la figura de una mujer, de vestido corto, pelo negro, piel canela y sandalias.

Se estacionó el carro cerca de donde estaba ella y el periodista encubierto llegó a su encuentro, ella esperaba ansiosa debido a que el inclemente sol ya la tenía desesperada.

“¿Usted es Mary?”, se le preguntó. Ella contestó con un simple “sí”, pero al reconocer que se trataba de su cliente le ofreció un apretón de manos.

La muchacha confesó que había pensado que se habían burlado de ella, porque ya era demasiado tarde.

“Pensé que me había engañado, la vez pasada un hombre me citó, me dijo que nos viéramos y lo esperé dos horas, pero nunca llegó, me hizo perder mi tiempo”, dijo en tono suave.

El periodista le ayudó a subirse al carro y luego salió del establecimiento comercial, ella no preguntó hacia dónde iban hasta que el reportero le preguntó: “¿Adónde la llevo?”

-SS: Donde usted diga, donde se sienta bien.

-EH: ¿No tiene miedo de ir con un extraño?

-SS: Son los riesgos que corremos, pero cuando pasa algo junto a las otras chicas los buscamos el Facebook o Instagram y los publicamos.

-EH: ¿Son varias chicas, entonces, las que trabajan por las redes sociales?

-SS: Casi todos los contactos los hacemos por Facebook, solo los clientes fijos nos escriben directo al WhatsApp.

-EH: ¿Y vale lo mismo para los clientes fijos?

-SS: Yo tengo dos clientes fijos, a ellos les cobro 1,000 lempiras, los veo dos veces al mes, me llevan a su casa una tarde, me vienen a traer y a dejar.

-EH: ¿Y sus amigas así trabajan también?

-SS: Algunas trabajan solas, tienen sus perfiles falsos en Facebook, pero hay otras que contratan compañeras y les pagan una comisión por cada cliente, hay estudiantes de colegio y mujeres como yo.

A las 4:00 de la tarde el tráfico se pone peor y la misión era llevarla a un motel cercano a la ciudad donde se intentaría conocer el testimonio de la chica y hacer fotografías con su consentimiento.

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Al llegar al hospedaje se pagó la habitación, la chica pidió ir al baño y al minuto apareció, se quitó las sandalias y se sentó en la cama.

Cuando comenzaba a desvestirse el periodista le expuso que se le había contratado como parte de un reportaje de investigación y que se le pagaría lo acordado.

Asombrada y con una avergonzada sonrisa preguntó: “¿qué tengo que hacer?”

Nada, contestó el periodista, “solo contarme cómo es su trabajo y si usted lo permite tomarle fotografías”.

De esta forma la Unidad Investigativa de EL HERALDO comprobó que el comercio sexual y el proxenetismo es un negocio lucrativo por medio del oscuro mundo del ciberespacio, donde no existe control al libertinaje.

A estas acciones se suman las citas a ciegas, donde por medio de aplicaciones como Tinder o Badoo se dan encuentro pasionales entre desconocidos, la gran mayoría de ellas con fines sexuales.

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