Honduras

'Joche”, el hombre que desafía las profundidades para buscar agua

A sus 31 años, José Vásquez Salgado es un especialista construyendo pozos de forma artesanal y sin ningún artefacto. Lo han tildado de loco en su comunidad, pero hasta ahora no ha fallado en hallar fuentes de agua subterránea casi inagotables a distintas profundidades de la tierra

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02.12.2018

FRANCISCO MORAZÁN, HONDURAS.- Encomendándose a Dios empieza su faena, deja el miedo en su humilde morada y con mucho optimismo se adentra a las profundidades de perforaciones en búsqueda del líquido de la vida.

Sus manos ásperas, agrietadas y las cicatrices en distintas partes del cuerpo son evidencia de una riesgosa labor en la que no emplea nada sofisticado, mucho menos tecnificado, únicamente lleva consigo herramientas básicas.

El hallazgo de agua subterránea en terrenos con distintas topografías no es tarea fácil, pero la experiencia adquirida, aunado al uso de un método tradicional para encontrar una fuente de este vital líquido, han convertido a José Vásquez Salgado en un especialista que se dedica a la construcción de pozos de forma artesanal.

“Joche” es un hombre muy conocido en Cedros desde que al interior de su vivienda excavó un agujero de 17 metros de profundidad en una área árida, pero con su fe al igual que perseverancia encontró agua -casi inagotable- en el subsuelo con la que se ha abastecido él como también familiares.

Contrario al rótulo que tiene en su casa, donde ofrece sus servicios en este menester y pone a la venta el recurso natural, la mayoría de ocasiones termina regalándolo a sus vecinos u otros pobladores, incluso a gente que alguna vez lo tildó de loco en su afán de encontrar lo que considera como riqueza.

Vásquez Salgado dio sus pininos en este oficio como ayudante de poceros (personas que se dedican a hacer pozos) cuando tenía 28 años y a la fecha ha construido siete de estas perforaciones hechas en la tierra encontrando una vena de agua en diversos puntos del valle de Siria.

Procedimiento
“Si es el primer día hay que excavar y si hay terrenos muy blandos con grietas o cualquier situación ‘ademamos’, es decir, ponemos una cubierta, después seguimos picando, dejamos una corona libre por bajo y seguimos hasta encontrar agua”, explicó el pocero a EL HERALDO.

Reconoció que “he pasado por dificultades muy grandes, pero vamos para adelante, hay que ser optimistas, positivos y nunca rajarse”.

Un molino, sogas, piochín, barra, pala y baldes son los instrumentos que lleva este catracho para realizar los agujeros de los pozos, sin dejar atrás esa fuerza de voluntad que lo ha caracterizado para lograr sus metas.

“En el procedimiento tiene que ir el optimismo en nosotros, la misión mía es el agua y la base es el señor Jesucristo”, enfatizó “Joche”. Mencionó que al culminar la excavación que dependerá de la profundidad que desee el cliente o en su defecto hasta encontrar este elemento inoloro e incoloro, se procede a la colocación de ladrillos de abajo hacia arriba, los cuales deben de ser de buena calidad, aptos para profundidades y que son fijados mediante una mezcla de arena y cemento para darle mayor fortaleza.

Sin importar las adversidades ni lo arduo que es su trabajo, Vásquez Salgado trata de mantener una sonrisa en su rostro y mientras descendía a la profundidad de un pozo en construcción resaltó que “el agua me está esperando como el dinero en el banco; vale la pena, es efectivo porque Diosito la tiene bien guardadita”.

Minutos después y en otra parte de la comunidad demostró que sosteniendo dos varillas metálicas (de bronce) con sus manos en paralelo le permiten detectar la presencia de agua subterránea en un lugar.

Cuando estas barras largas y delgadas se aproximan entre sí y acaban cruzándose le indican que en ese sitio se puede encontrar el líquido que es la base para todo organismo viviente. A este método se le denomina zahorí con el cual el pocero aseguró que ha encontrado agua en distintas profundidades, desde un metro hasta perforar los 45 metros.

Comentó que algunos terrenos en los que ha cavado son peligrosos y se puede perder la vida, ya que hay mucho calor, arena como también grava. “Hace poco estaba a la par de un cementerio y sentía unos olores, cosas bien raras, vapores”, relató a EL HERALDO “Joche” a quien también llaman el “hombre topo”.

“Joche” no suele estar solo en su osada actividad y lo acompaña Luis Edgardo Pérez, un joven que por poco muere soterrado en la mina La Cuculmeca, El Corpus, Choluteca, y ahora quiere convertirse en todo un pocero, sin dejar los estudios que se los costea con el sudor de su frente.

Por cada metro perforado y trabajado, Vásquez Salgado cobra 2,500 lempiras y por la prueba de agua hasta encontrar el vital líquido en el lugar donde se hará el pozo lo efectúa por 1,500 lempiras.

Las veces que ha vendido agua pide 50 lempiras por cinco barriles o su equivalente a 300 galones. “Joche” y Luis están conscientes del peligro que afrontan con esta labor, pero mantienen la tenacidad sin perder sus esperanzas de que tarde o temprano pueden hallar agua pura y cristalina en las profundidades de la tierra.