Columnistas

El gato y el ratón

El reformista Deng Xiaoping, purgado por su antecesor Mao Tse-tung en el contexto de la “Revolución Cultural” es quizá el dirigente chino más controversial después de Mao, líder supremo de la revolución a partir de su triunfo en 1949.

El señor Deng es muy famoso por su metáfora del ratón, la que utilizó para responder a sus críticos frente a la economía de mercado y apertura comercial –la antítesis del marxismo-leninismo– que puso en marcha en China a partir de 1978. “Que un gato sea negro o que un gato sea blanco, eso no es lo importante, lo importante es que el gato cace ratones”.

Y, bajo esa filosofía, el señor Deng impulsó el verdadero “Gran Salto Adelante” chino. Hoy por hoy, China es la segunda economía en el mundo –dejó atrás a sus otrora colonizadores nipones- y amenaza con convertirse –según la misma CIA- en la primera potencia económica y militar a partir de 2020.

¿Cómo ha logrado China –y otras naciones– ese “milagro”? La respuesta es bien sencilla: Dejando trabajar al que quiere trabajar. Para eso es un Estado y así está demostrado. Los impuestos groseros a la inversión –grande y pequeña- más la “maldita burocracia”, solo miseria generan en las naciones. Basta decir que en Honduras hay que cumplir cerca de 200 trámites para establecer una empresa y, lejos de eliminarlos, cada día se inventan más trabas.

Aquí han cerrado miles de pequeños talleres de zapatería, sastrería, talabartería, microempresas que generaban cientos de empleos. Y otras, grandes empresas, se han marchado para otros países, hastiadas de pagar tantos impuestos y de lidiar con la “maldita burocracia”.

Hoy por fin se habla de por lo menos modificar el 1.5 por ciento.

El problema más grave que enfrenta el país es el desempleo. Legiones de jóvenes –en su mayoría universitarios- tienen que emigrar hacia otras latitudes, porque aquí no hay trabajo ni de barrendero. Por eso no solo hay que eliminar ese 1.5. Hay que hacer lo que se tenga que hacer para atraer los grandes capitales, como lo hizo China. Solo así se generará inversión y empleo.

No hacerlo es condenar el país a más miseria.