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En el gobierno de Zelaya 'Fui perseguido y luego me ofrecieron dinero”

A pesar de estar en la cumbre del éxito, Sierra es un profesional sencillo, alegre, que recuerda, valora y agradece a cada momento las grandes enseñanzas de sus padres.

29.03.2014

A los seis años se inició en el mundo de la comunicación como operador de radio, luego dio sus primeros pasos en la locución leyendo el santo del día del almanaque Bristol, así como los remedios caseros del almanaque Escuela para Todos.

¡Aaah, qué tiempos aquellos!, evoca Juan Carlos Sierra Galeas, ahora director del noticiero TN5 matutino de la Corporación Televicentro al mirar hacia atrás y contemplar el camino que ha recorrido.

A pesar de estar en la cumbre del éxito, Sierra es un profesional sencillo, alegre, que recuerda, valora y agradece a cada momento las grandes enseñanzas de sus padres.

Ahí, en su oficina, contó a EL HERALDO las peripecias, alegrías de su vida y los garrotazos recibidos como reportero, así como la persecución y los intentos de soborno en la administración de Manuel Zelaya.

¿Por qué estudió periodismo?
Mis padres, en Danlí, fueron directores de radio Sonora, perteneciente a la cadena Audiovideo. Mi mamá, periodista, era corresponsal de Radio América y yo la acompañaba en la reporteada, por eso desde pequeño me gustó la comunicación.

De hecho, antes de incursionar en el periodismo traté de ser corresponsal. Yo aprendí a los seis años a operar la radio, en esas consolas grandes, de forma posterior fui locutor. Recuerdo que se abría audición a las 5:00 de la mañana y de repente no llegaba el operador, entonces mi papá nos levantaba -a mi hermano y a mí- a que operáramos la radio. Entonces ahí estábamos nosotros turnándonos.

¿Pero les pagaba por esa labor? ¡Noo!, ja, ja, ja… qué va a ser, era como una cuestión familiar. Teníamos que hacerlo como una ayuda, como una retribución. Fue una experiencia bonita.

¿Qué era lo que hacía como operador?
Imagínese aquel tipo pequeñito poniendo la programación de la radio usando como guía una pauta. Donde decía que a tal hora iba el anuncio yo lo ponía, además de la música; en ese tiempo estaban de moda los acetatos. Probaba la música para que entrara de un solo, no es como ahora que solo hay que apretar un botón. Antes uno tenía que estar ahí con el cue y toda esa cuestión escuchando donde comenzaba la canción para ponerla. El cue es un botón donde uno escuchaba interiormente sin interrumpir nada.

¿Después le entró a la locución?
Ingresé a la locución gracias a un tío que se llama Carlos Sierra. Él tenía en la radio un programa los domingos que se llamaba “El show de Carlos”. él pagaba su espacio y me dio la oportunidad.

De forma posterior, el programa se llamó “El show de Carlos y Carlos”, él se llamaba Carlos y yo Carlos, ahí empecé a locutar leyendo fragmentos del libro Escuela para Todos y con el almanaque Bristol, ja, ja ,ja… entregábamos hasta premios. Ya después, cuando faltaba X persona, mi papá me dejaba entrar a la cabina, pero solo me permitía decir la hora.

¿Qué información sacaba del almanaque Bristol y del libro Escuela para Todos? Del almanaque Bristol yo leía el santo del día. Para mí eso era muy serio, ja, ja, ja... para mí lo que decía ese almanaque era como algo sagrado.

Del libro de Escuela para Todos leía cuestiones de agricultura, las curiosidades y los remedios caseros, como los beneficios de plantas como la manzanilla y la berenjena.

¿Qué tanto fue influenciado por su madre? Muchísimo, como mi mamá informaba para Radio América, entonces me iba gustando la cuestión. Lo que más me impresionaba era la pasión con que cubría las elecciones.

En ese entonces estaba de director de Radio América, Rodrigo Wong Arévalo y recuerdo que les daba cierta cantidad de dinero o premio a los corresponsales o periodistas que informaran primero los resultados de las urnas escrutadas; entonces mi mamá hacía gestiones en una determinada mesa electoral para que le colocaran una línea de teléfono. ¡Ahh no!, mi mamá era pilas, competitiva. Se ha de haber ganado unas tres veces el premio porque siempre salía primero. Todo ese tipo de cosas me fue involucrando. Por eso desde que estaba en el colegio yo ya sabía que iba a estudiar periodismo, lo tenía claro.

¿Y de su papá qué recuerda?

Mi papá fue lo máximo, a él le debo lo que soy. ¿Sabe lo que significa el sacrificio que hacen los papás para que uno puede venir a la ciudad a estudiar?

Eso yo se lo voy a agradecer siempre a mi papá. Él fue quien me enseñó a operar la radio. Yo lo recuerdo de una u otra forma, porque lo que él sembró yo lo estoy cosechando, amigos, compañeros, eso me ha servido. He aprendido que lo que uno hace como padre, quien lo cosecha son los hijos, definitivamente lo tengo comprobado.

¿Qué recuerda de esa vida de estudiante de periodismo?
A mis maestros, al licenciado (Juan Ramón) Durán, él influyó en mí. Cuando vine traía una mentalidad medio cerrada, era un joven sin mucho razonamiento social; apenas me metí a la universidad y saqué la clase de filosofía con el licenciado Carlos Erazo, las cosas cambiaron. Él era de izquierda. Son de esas clases que a uno le cambian la mentalidad, después de estar en lo cómodo, venir acá y que alguien te comience a hablar de marxismo, de socialismo, a uno le abre el pensamiento, no es que me convertí a eso, pero le abre a uno la mente.

También recuerdo a la licenciada Delia Mejía, a Ramiro Sierra, a Reynaldo Amador y a quien me dio opinión, Armando Cerrato.

¿Jugó en la selección de fútbol que dirigía el licenciado Sierra? No, nunca jugué, nunca fui seleccionado de él, más bien le llegué a tener cierto grado de temor en la clase, ja, ja, ja. A veces él me decía: “fíjese que me han preguntado varias veces si usted es hijo mío, por lo del apellido Sierra”, ¿y usted qué les dice?, “yo les aclaro que no”, decía muerto de la risa.


En periodismo yo me llevaba mucho con Ulises Izaguirre, Martha Muñoz y Carolina Cabrera. A Ulises le decíamos que parecía vendedor de long plays (discos de larga duración) o LP porque siempre caminaba con los cuadernos bajo el brazo, a la altura de la cintura. Ahora ya no es vendedor de LP, porque la música la anda en una memoria USB, ja, ja, ja.

¿Cuándo ingresó a la televisión?
Primero me salió una oportunidad de trabajo en el diario El Periódico, luego me fui a trabajar a relaciones públicas del Injupemp, ahí conocí a Scarlett Padgett, esposa de Renato Álvarez, ella fue mi jefa. Después apliqué para trabajar en Telenisa canal 63, cuyo director era Renato Álvarez. De forma posterior llegaron Carlos Mauricio Flores, Juan Pablo Carías y Félix Molina, era un equipo de miedo. También recuerdo a Melisa Amaya, Orlando Sierra, Ricardo Benedith, Ulises Aguirre y Roger Argueta. Por los problemas económicos que atravesaba la empresa, me fui a trabajar en relaciones públicas de Dicta (Dirección de Ciencia y Tecnología Agropecuaria), luego regresé a Telenisa; es que esta papada cuando uno se acostumbra ya no quiere trabajar en otro lado, uno se acostumbra al ajetreo.

¿O sea que volvió a la crisis?

Regresé a Telenisa y nuevamente enfrenté los problemas de falta de pago. Nos daban el cheque y nos decían “vaya a cobrar ahorita, porque ya no va a haber dinero cuando usted llegue”. Yo corría porque tenía una niña recién nacida -ya me había casado- que me estaba pidiendo la leche. Fue una época bien dura, dura, dura. Luego llegó Jorge Zelaya y me llamó para que viniera acá; mire, no lo pensé dos veces.

¿Y qué tal le fue con Jorge?
Él conmigo fue comprensivo, incluso hasta el último día que trabajé ahí fue excepcional, fue un jefe extraordinario. Siempre
voy a estar agradecido con él. Si hay algo que mi papá me inculcó es ser agradecido con la gente que le brinda una mano, eso lo tengo claro y aquí estoy desde hace doce años.

¿Qué experiencia poco grata recuerda como reportero?
Cuando reporteaba para Telenisa me tocó cubrir una manifestación del Sitramedhys y los policías me agarraron a toletazos porque estaba defendiendo a un líder sindical que la Policía ya lo tenía sometido. “¡No hombre, dejalo!”, le digo a un policía, “¡aaah!, vos también”, me dice y ¡plas!, me pega el garrotazo. Eso fue una agresión. Eso me marcó.

¿Alguna nota que le haya impactado?
Precisamente en canal 63, venía del Ministerio de Salud, por el puente Mallol, estaba lloviendo y miramos a dos policías que estaban pegándole a un niño. Le digo al camarógrafo: “encendé la cámara y grabá”. Aquellos agentes le estaban dando palo al pequeño como usted no tiene idea. Cuando nos vieron sacaron las pistolas.

Nosotros dejamos rápidamente el lugar. Publicamos la nota y entonces me llamó Héctor Iván Mejía y me dijo: “Juanca, ¿usted sacó esa nota?”, “sí”, le dije, “no joda, les dieron baja deshonrosa a los agentes”, “¿de veras?”, le contesto. “Sí”, me dice, pero luego agregó: “usted tenga cuidado. Son tipos peligrosos”.

¿Durante la crisis de 2009 no lo agarraron a palos en las calles?
Tuve problemas desde antes de 2009. Mi esposa entró a trabajar a la cancillería en el período de gobierno de Carlos Roberto Flores, cuando el canciller era Roberto Flores Bermúdez. él había agarrado a los mejores exalumnos de la Universidad Católica de la carrera de tratados y les dio oportunidad de que trabajen, inclusive les hicieron exámenes.


Mi esposa llegó a trabajar ahí. ¿Qué pasó en el período de “Mel”? En el primer o segundo año de su administración hice una nota relacionada con que Honduras no iba a firmar el tratado de delimitación marítima con Cuba. Me encontré con el doctor Enrique Ortez Colíndres y me empezó a hablar sobre el tema y, como yo cubría Casa Presidencial trabajando para Televicentro, le pregunté a Zelaya: presidente, fulano de tal como analista me ha dicho que no habrá firma, y me dice: eso no es cierto, que aquí, que allá. Bueno, publiqué la nota un martes, yo estaba con Jorge, llegó el sábado y no hubo firma. Llegó Roxana (Guevara), que estaba de directora de Telenoticias estelar, me llamó y me dijo: ¿verdad que vos hiciste una nota de esto? sí, le digo. dámela, vamos a decir que Televicentro advirtió que no iba a haber firma, me dijo

¿Qué consecuencias tuvo?

Bueno, a la semana estaba llamando a mi esposa el entonces exvicecanciller Enrique Reina. Ella me dijo: “estoy alegre, el vicecanciller me manda a hablar, ¿será que me van a ascender?”, “qué bueno mi amor -le digo-, yo también estoy feliz”. Momentos después me llamó y me dijo: “me van a despedir”. “¿cómo?”, le digo. “Por una nota que vos hiciste”. “¿cómo vas a creer?”. Estaba de canciller Milton Jiménez Puerto. Entonces fui y hablé con Patricia Rodas y le reclamé, a tal grado que se me quedó callada. Recuerdo que le dije: “ustedes, que han sido defensores de los derechos humanos, ahora resulta que son intolerantes, ahora resulta que me están persiguiendo, ¿a cuenta de qué? El problema es conmigo, no con mi mujer, ¿por qué están tomando represalias?”. No, me dice ella, yo no me doy cuenta, esa es una decisión de Milton. Todo era porque creían que yo era parte de la oposición a Zelaya, a quien siempre le incomodaban mis preguntas.

¿Y despidieron a su esposa?

En ese momento estaba en el país el relator para la libertad de expresión de las Naciones Unidas y le puse la denuncia. Él la tomó y no pasó nada, no la despidieron. Una vez le dije a “Mel”: “presidente, ¿me puede atender?”. No me contestó. Después me dijo: “Yo no quiero hablar con vos”, me dijo, entonces le dije que yo no era su relacionador público.

¿Se sintió perseguido en el gobierno de “Mel”?
Fui perseguido y luego me ofrecieron dinero. Una vez me dijo una persona: aquí te mandan de Casa Presidencial, era un paquete de dinero. Otro caso se dio cuando fui a un evento a Atlanta, ahí entrevisté al periodista Alberto Padilla, de CNN, sobre Petrocaribe, y me habló de las bondades de ese proyecto.


La entrevista salió en “Frente a frente” y resulta que a la semana la estaba utilizando Casa Presidencial, entonces no me gustó; el lunes yo tenía una entrevista con Elvin Santos y cuando me dieron el pase dije que desautorizaba a la Presidencia de la República para que utilizara la entrevista con Padilla, que eso era antiético, y le exijí al presidente que por favor retirara esa publicidad o campaña. ¿Se puede imaginar? el tipo pudo haber pensado que yo lo utilicé para una campaña presidencial.

¿Padilla ha de haber pensado que usted era activista de “Mel”?
Sí, fue un acto irresponsable de Casa Presidencial. A los días llegó un señor de un medio -no voy a decir quién-, que me dijo: mirá que fulano de tal está molesto con vos. Me citó en un lugar y luego a otro porque quería hablar conmigo y cuando nos vimos en un estacionamiento se sacó un sobre y me dijo: aquí te manda fulano, es que es demasiado lo tuyo, quieren que apoyés la cuarta urna… ja, ja, ja, ¡oiga bien!, para que apoyara la cuarta urna. No se lo agarré y él me dijo: “no seás tonto, si vos no lo agarrás, otros lo van a tomar”. Entonces le dije: “que lo agarren otros”.

Ahora, como director de TN5 matutino, ¿a qué le apuesta?
A hacer un periodismo diferente, los televidentes de la franja nuestra están bien identificados, son los padres de familia que se están cambiando para irse a su trabajo, o que están arreglando a sus hijos, los jóvenes y niños que se preparan para irse a sus clases. Yo quiero un noticiero que proponga y llegue en algún momento a poner agenda, a mí me gusta la competencia.