Opinión

Una tenue luz entre las tinieblas

En medio de los escándalos que salpican prácticamente a toda la administración pública, en los tres poderes del Estado; del irrespeto a los derechos más elementales de los hondureños y la rampante politiquería, lo que está ocurriendo en los últimos días en la Secretaría de Educación se convierte en una especie de luz de esperanza en medio de la oscuridad.

Y es que no solo se trata de las acciones del nuevo secretario de Estado en el ramo —que denunció sin ambages el tráfico de plazas dirigido por diputados del Congreso Nacional— sino de que docentes honestos, padres de familia, víctimas del pervertido “sistema”, e incluso alcaldes municipales le han puesto fin al silencio y han optado por denunciar los ilícitos.

Por supuesto, estos son solo primeros y tímidos pasos en el camino correcto. Pero deben ser fortalecidos y sistematizados, además de aupados por la gente honesta que todavía queda en los círculos del poder y del resto de la sociedad.

Si las acciones de depuración emprendidas por el ministro Escoto no son sistematizadas, si no se incorporan a la forma diaria de administrar la educación, y si no se neutralizan las fuentes de las irregularidades, como la intromisión corrupta de los políticos de oficio y de los dirigentes magisteriales, muy pronto se desvanecerán como muchas otras esperanzas que hemos visto esfumarse en este nuestro desordenado país.

En primer lugar, es necesario que los partidos políticos y el propio Congreso Nacional creen mecanismos efectivos para impedir que los diputados y otros dirigentes sigan haciendo proselitismo u obteniendo cualquier tipo de beneficio con el tráfico de plazas no solo en Educación sino que en toda la administración pública.

El anuncio de los actuales dirigentes magisteriales de que apoyan las acciones de profilaxis emprendidas por el ministro Escoto, también debe convertirse en disposiciones legales que garanticen una participación sana de las organizaciones gremiales docentes en el sistema educativo.

Por lo pronto, esperemos que esta tenue luz de esperanza que se ha encendido en la Secretaría de Educación continúe aumentado su intensidad hasta imponerse sobre las tinieblas de la corrupción y la politiquería. Así, al menos ya se tendría un buen ejemplo a seguir.