Sin lugar a dudas que de todos los procesos internos que hemos vivido a lo largo de estos treinta años de democracia, el que culminará este 18 de noviembre ha sido uno de los más interesantes, efervescente y atípico que los anteriores, especialmente en el Partido Nacional por la cantidad de sus precandidatos a cargos de elección popular en todos sus niveles; vale la pena mencionar la apática campaña del Partido Liberal y la candidatura por “consenso” del partido Libre.
Pero la pregunta del millón es: ¿qué nos reflejarán las elecciones internas? Sin lugar a dudas que son el preámbulo de lo que serán las generales y, como dice el dicho, “así como es la víspera, así será la fiesta”.
Aquel partido que lleve más electores a las urnas, el que tenga mayor arrastre, simpatías, organización, disciplina, voluntariado, estructura y, por su puesto, el que demuestre con votos ser el más contundente, será el que mayor posibilidades reales tendrá de ganar las elecciones generales de 2013.
Algunos dirán, “pero es que en la internas la gente no participa mucho…”. Bueno, cada quien se puede engañar a sí mismo o a veces el fanatismo no nos permite ver la realidad, tal y como ocurrió cuando en el proceso interno de 2008 el Partido Nacional obtuvo más votos que el partido de gobierno y se perfiló desde ese momento como el virtual ganador del proceso de 2009, tal y como ocurrió, pero algunos atribuyen la derrota del Partido Liberal exclusivamente a los acontecimientos de junio de ese año. Allá ellos. La realidad es que los procesos internos, y este en particular, demuestran a propios y extraños, con votos, cuál es el favorito del electorado nacional de cara a las elecciones generales del próximo año.