Mientras la intervención de las tropas francesas en Mali lanza más combustible sobre los volátiles países africanos de la región del Sahel, los egipcios conmemoran con enfrentamientos callejeros los dos años de la revuelta que derrocó a la dictadura de Hosni Mubarak, los chinos también están perdiendo la paciencia con las alharacas belicistas del régimen norcoreano; la sangre sigue corriendo en Siria, Libia, Irak y Afganistán, y el presidente Obama inicia su nuevo mandato; comienza hoy en Santiago de Chile la primera cumbre entre la Celac y la Unión Europea.
Si en el plano político-militar son las potencias occidentales las que marcan el ritmo del mundo, como lo demuestran los conflictos sociales y armados que agitan diferentes zonas del planeta, en lo económico son las regiones en desarrollo las que mejor desempeño han tenido y se espera que tengan este año, tal es el caso de Asia y Latinoamérica.
En ese sentido, el encuentro oficial de los 33 miembros de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe) y los 27 de la Unión Europea se produce en momentos en que la situación en los dos bloques prácticamente se ha invertido con relación a lo que ocurría en las últimas dos décadas del siglo pasado.
Entonces no existía la Celac, una organización creada por latinoamericanos y caribeños con la exclusión de las dos potencias del norte del continente: Estados Unidos y Canadá, y los países de la región estaban sumidos en la inestabilidad social y política, con deudas agobiantes, draconianas y pauperizantes recetas fondomonetaristas, desempleo, inflación y endeble economía.
Hoy es el viejo continente que sufre tanto aquellos flagelos como la agitación callejera de sus pueblos que han visto desaparecer no solo las conquistas sociales que antes presumían, sino sus empleos, sus viviendas y ven a sus gobiernos atrapados entre ese descontento popular y las políticas impuestas por la “troika”.
Hasta los grandes capitales están emigrando de Europa ante la crisis y es en esto y en el hecho incuestionable de que ese continente sigue siendo el segundo principal mercado de los productos latinoamericanos y caribeños, que el encuentro puede resultar muy útil para uno y otro lado.
Mientras el negocio de las armas sigue viento en popa y la sangre continúa derramándose, ojalá que Europa aprenda algo de nuestra América para salir del atolladero; que Latinoamérica y el Caribe no pierdan la ruta del éxito y que países todavía extraviados en la crisis, como el nuestro, puedan al fin encontrar ese camino correcto.