Opinión

El Presidente y el huerto familiar

El huerto familiar debe estar enmarcado en una agricultura sostenible basada en sólidos pilares, económicamente factible, ecológicamente protegida, socialmente justa y culturalmente adaptada; articulando los recursos locales y externos.

El criterio de un huerto familiar es de integrar el crecimiento económico y la conservación del medio ambiente, los cuales pueden y deben ser compatibles. A esta integración se define como Desarrollo Sostenible.

En el centro de la discusión sobre el desarrollo sostenible se encuentra el ser humano, su cultura, sus estilos de vida y sus patrones de producción y consumo.

Con base en lo anterior, las principales dimensiones del desarrollo sustentable son la economía social, la política institucional, la tecnología productiva y la ecológica en estrecha interacción.

Los huertos o granjas familiares son sistemas integrados de producción que combinan funciones físicas, económicas y sociales, están localizados generalmente en un área cercana a la vivienda de la familia.

Entre las funciones físicas están el almacenamiento, lavado y secado de los alimentos. Entre las funciones económicas están las actividades productivas, como el huerto mixto, que incluye alimentos, árboles frutales, hortalizas, forraje, condimentos, plantas medicinales; además de cría de gallinas ponedoras, patos, pavos, codornices, conejos, abejas y otros animales menores.

Entre las funciones sociales incluyen un espacio para reuniones y para juegos de niños y otras actividades importantes de la familia.

También, el huerto o granja familiar tiene un significado especial gracias a que puede producir suficiente cantidad de alimentos variados para toda la familia, durante todo el año por varios meses del año.

Estos alimentos pueden también constituir parte de las provisiones adicionales de alimentos que requiere conservar la familia como reserva para emergencias, tales como: pérdida de la cosecha por inundaciones o sequías u otros fenómenos naturales, enfermedades y plagas, robos; pérdidas post cosecha; o una enfermedad del agricultor que le impida trabajar normalmente, y otros problemas.

La venta de los productos del huerto o la granja puede contribuir notablemente a mejorar los ingresos de la familia, comprar los insumos para el huerto, ayudar a cubrir necesidades básicas (salud, educación, vivienda, recreación y otros), obtener servicios para los diferentes miembros de la familia.

Lo mismo que lograr un desarrollo de la granja familiar.

La factibilidad económica de este modelo agrícola sostenible significa que los microagricultores pueden producir lo necesario para su autosuficiencia e ingresos, así como ganar lo suficiente para que sea viable.

Esta viabilidad económica no solo se mide en términos de producción, sino también en términos de conservación de los recursos y reducción al mínimo de los riesgos.

En la práctica, llevar a cabo un proyecto o programa de huerto familiar de dimensión nacional requiere de un esfuerzo extraordinario, donde los actores involucrados deben caminar la milla extra para vencer los muchos desafíos.

Indudablemente, es imperativo desarrollar una política de crédito para estos microproductores, otorgándoles un capital semilla adecuada a la temporalidad de sus actividades, que contemple capacitación permanente y continua, un capital inicial para arrancar las nuevas actividades propuestas así como el apoyo y asesoramiento para emprender su procesamiento y comercialización.

Finalmente, la Secretaría de Agricultura y Ganadería como cabeza del sector agrícola junto a instituciones afines e involucradas, sus técnicos como agentes de cambio deben orientar esfuerzos para formular estrategias y ejecutarlas para ayudar a crear, organizar, estabilizar y lograr sostenibilidad al huerto familiar.

Otros agentes de cambio serán los miembros de corporaciones municipales, maestros, patronatos, pastores evangélicos y católicos y las o los agricultores; pero ciertamente el primer agente de cambio será el Presidente de la República, quien se inspiró y logra colocar en la mesa agrícola, la decidida voluntad política para trabajar y construir el huerto familiar hondureño. ¡Manos a la obra!