Lo que ocurrió con la corrupción policial, que fue públicamente reconocida por el gobierno hasta cuando los índices de la inseguridad nos habían colocado en la cúspide mundial de la violencia, ahora se repite en el IHSS cuando el saqueo de sus recursos sale a luz pública, con espectacularidad, hasta que la institución está al borde del colapso.
Claro que “es mejor tarde que nunca”, pero ya es tiempo que en Honduras se materialice la largamente prometida lucha contra la corrupción y que el destape de los abusos con los fondos públicos en el IHSS sea solo el inicio de una verdadera campaña orientada no solo a poner al descubierto a los corruptos del pasado y del presente, y a castigarlos de verdad, sino también a establecer funcionales mecanismos que impidan, en el futuro, a estos delincuentes operar con tanta facilidad como obviamente lo hacen hasta ahora.
También en el caso del Seguro Social, el gobierno y los demás sectores a los que en nuestra estructura burocrática se les dio la responsabilidad y la potestad de velar por el buen uso de los recursos disponibles, para beneficio de los derechohabientes, fracasaron, gobierno tras gobierno, año tras año, en el cumplimiento efectivo de sus labores.
De la misma manera que resulta vergonzoso cómo todos los ministros de Seguridad fueron incapaces de detectar, de hacer público y de luchar contra los delincuentes al interior de la Policía Nacional, que no hay duda también existen en el Poder Judicial y en el Ministerio público, ahora también se exhibe como increíble el hecho de que el gobierno y los representantes de los trabajadores y de la empresa privada hayan ignorado durante todo este tiempo lo que ocurría al interior del Instituto Hondureño de Seguridad Social.
Las excusas sobran. Los hechos las desmienten.
Como la corrupción no solo existe en la Policía y en el IHSS, sus lerdos perseguidores que solo actúan ante lo inocultable, --como cuando la rectora de la UNAH, Julieta Castellanos, impulsó ella misma las investigaciones por el asesinato de su hijo-- o cuando así conviene a la cúpula del poder, tienen todavía la oportunidad de mostrar más eficiencia si se atreven a investigar en otros entes públicos –ministerios, instituciones y empresas estatales– donde es públicamente el despilfarro cometido.
Un buen primer paso en el camino correcto sería que por fin se esclarezca de forma meridiana todos los intersticios de la corrupción en la Policía Nacional y en el Instituto Hondureño de Seguridad Social, que se castigue a los implicados y que se cierre la puerta a los del mañana.