Editorial

Un nuevo modelo de desarrollo

El presidente del Cohep, Juan Carlos Sikaffy, ha declarado: “Tenemos que reinventarnos como sociedad y actuar bajo la premisa que Honduras es primero”. Para ello, es imperativo conducir el rumbo de nuestro país aplicando un paradigma social, económico y cultural inédito, que logre combinar el desarrollo humano incluyente con el crecimiento de manera armoniosa y vinculante. El que se ha venido aplicando con mayor rigurosidad a partir de 1990, ha fracasado al priorizar unilateralmente al mercado como vía para la solución de las complejas y dramáticas realidades en que sobreviven precaria y angustiosamente dos terceras partes de nuestros compatriotas, exacerbando la creciente desigualdad, incrementando los índices de pobreza y miseria, explotación irracional de los recursos naturales -incluyendo los no renovables-, con la consiguiente contaminación ambiental y mayor vulnerabilidad ecológica. Adicionalmente, no se ha consultado, menos concertado, con las comunidades en dónde se ubican tales recursos, sin tomar en cuenta sus necesidades vitales. Un ejemplo es la autorización oficial para la minería a cielo abierto, causante de contaminación de aguas, suelos, atmósfera, con incidencia directa en la salud de los seres vivos.

La economista italiana Mariana Mazzucato en su libro “El Estado emprendedor” plantea tres desafíos fundamentales: lograr crecimiento “inteligente”, que requiere innovación; “sostenible” -ecológico-; inclusivo, con menores niveles de desigualdad, “repensando el proceso de creación de riqueza con asociaciones dinámicas entre los sectores público y privados en los que se compartan los riesgos y beneficios del crecimiento”. Para hacerlos realidad se requiere de flexibilidad, planificación y consensos, utilizando los aspectos positivos de distintos modelos existentes, de manera creativa, exenta de rigideces ideológica.