Editorial

La colonia Guillén

Las historias de los damnificados de la colonia Guillén son dramáticas. En el sector, la tierra se traga frente a sus ojos los que eran sus hogares, sus pertenencias; los esfuerzos de toda una vida, y a pesar de ello, son muchas las personas que aún se resisten a dejar sus hogares porque sencillamente no tienen a donde ir.

Lo que sucede en la colonia Guillén era predecible dicen los geólogos y las mismas autoridades municipales que hoy coordinan las evacuaciones preventivas de la zona, declarada “de desastre”.

La colonia Guillén creció desordenadamente, al igual que muchos otros sectores de la ciudad que desde hace años se recomendó que no se habitaran, pero nadie hizo nada para evitarlo, ni las mismas autoridades municipales que se hicieron de la vista gorda, y por los motivos que sea, dejaron que la población se asentara en una zona que se sabía que era de alto riesgo.

Las advertencias se han hecho realidad y obligan a las autoridades a ir más allá de la ayuda inmediata que requieren los damnificados en este momento de emergencia. Este es, sin duda, el momento de comenzar a definir políticas públicas que lleven a soluciones definitivas de un problema que afecta al 40% de la población capitalina que reside sobre fallas geológicas, que se activarán tarde o temprano.

En las últimas horas se ha dicho que analizan la posibilidad de habilitar Ciudad Mateo, un gigantesco monumento a la corrupción, a la impunidad y a la desidia gubernamental, construido en la administración del presidente Rafael Leonardo Callejas, a pesar de la oposición de los ambientalistas que denunciaban el riesgo que representaba para la principal fuente de agua de los capitalinos, Los Laureles.

Cualquiera que sea la decisión, queda esperar que la misma se tome previo a un análisis en el que prevalezcan los intereses de la población damnificada, y de la población capitalina en su totalidad.