Editorial

Exclusión injustificada y discriminatoria

A pocos días de conmemorarse el Día Internacional de la Salud, resulta deplorable la posición de China continental, mediante presiones indebidas, de excluir a la República de China (Taiwán) de las asambleas que próximamente se realizarán en la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las pandemias no reconocen fronteras ni consideraciones políticas, afectan por igual a países prósperos y pobres, sin distingos de nacionalidades, razas y culturas. El cambio climático ha hecho posible que enfermedades supuestamente controladas desde hace décadas vuelvan a resurgir, con el agravante de que el uso indiscriminado de antibióticos ha tornado más resistentes a los gérmenes patógenos.

La tuberculosis, el sarampión y la lepra son algunas de las afecciones que continúan cobrando nuevas víctimas. Taiwán se ha caracterizado por un admirable sistema de salud que no solo beneficia a su población de 23 millones de habitantes; igualmente, se proyecta a ultramar con el envío de brigadas médicas a otras naciones de distintos continentes y no solamente cuando ocurren desastres naturales.

Honduras se ve beneficiada con la presencia de dichos contingentes de profesionales en ciencias de la salud, desplazándose tanto a centros urbanos como medios rurales, incluso, doctores y enfermeras taiwaneses residentes en Estados Unidos anualmente nos socorren portando sus conocimientos, equipos y medicamentos.

El gobierno hondureño no puede mantenerse silencioso ante esta repudiable exclusión, de tintes políticos y no científicos, debe hacer sentir su voz de protesta, solicitando que Taiwán sea nuevamente admitida, al menos en calidad de observadora, en las asambleas de la OMS. Aunque como Estado soberano, Taiwán debería ser incorporado como miembro pleno en la OMS, con los mismos derechos y obligaciones que el resto de naciones. Su ingreso aportaría valiosos aportes y experiencias en medicina preventiva y curativa, atención comunitaria, fabricación de tecnologías médicas y asistencia en desastres naturales.

Las epidemias no esperan, acechan y se propagan con extraordinaria rapidez.