Editorial

Criterios geográficos, antropológicos, culturales e históricos se utilizan para subdividir al Hemisferio Occidental en cuatro grandes subregiones: norte, centro, Antillas y sur.

Diferencias y semejanzas hacen del Nuevo Mundo el continente con mayor diversidad humana y biológica. Diversas nacionalidades y etnias fueron poblando esta extensa masa terrestre y acuática que abarca más de cuarenta y dos millones de kilómetros cuadrados, desde los habitantes originales provenientes de Asia hasta los más recientes migrantes procedentes del resto del planeta.

A partir de finales del siglo XV, la expansión atlántica europea inicio gradualmente el proceso de exploración y conquista de un continente hasta entonces desconocido para el Viejo Mundo, iniciándose así un traumático proceso de sometimiento y despoblamiento de los pueblos indígenas que duró, en el caso de las colonias españolas, hasta la segunda década del XIX, y continuó en el resto de posesiones ultramarinas de las otras potencias imperiales hasta la actualidad.

A partir de su emancipación política, fueron perfilándose destinos divergentes, en lo económico y sociopolítico: prosperidad y miseria, democracias y dictaduras, industrialización y agricultura de subsistencia, urbanización y ruralidad, integración y fraccionamiento.

Pese a ello, las Américas comparten objetivos convergentes: la aspiración a que prevalezca la justicia, el bien común, el rendimiento de cuentas y la transparencia por parte de sus gobernantes, la paz y la convivencia pacífica, solidarias las unas con las otras.

Tales ideales fueron proclamados por Valle, Bolívar, Morazán, Martí y el hacerlos realidad ha sido el imperativo de hombres y mujeres visionarias que comprenden que debe prevalecer, eventualmente, la unidad en la diversidad.