Editorial

Las autoridades de Salud y Educación han anunciado que a partir del lunes 13 de septiembre comenzarán a vacunar a la población de 15 a 17 años contra el covid-19, y que el 9 de octubre se sumarán los niños de 12 a 14 años.

Es una buena noticia en medio de la crisis que afronta el sistema sanitario que actualmente está colapsado por la gran cantidad de infectados con la enfermedad y el creciente número de víctimas mortales que la pandemia está dejando a su paso, y para la población infantil que ha retornado a clases semipresenciales tras 18 meses de ausencia de las aulas de clase, y quienes aspiran hacerlo en los próximos meses.

Honduras, en medio de todos los esfuerzos que hace por vacunar a su población elegible, sigue teniendo uno de los índices de inmunización más bajos entre los países del continente a pesar de contar con vacunas, ya sean compradas o donadas por países amigos.

Las autoridades sanitarias siguen lamentándose de que son muchas las personas que se niegan a inmunizarse y muchas, también, las que no han acudido a colocarse la segunda dosis para cerrar su ciclo.

No importa cuál sea la causa, está claro que si la población no acude voluntariamente a vacunarse, el país no alcanzará las metas proyectadas de inmunizar en el menor tiempo posible al 70% de su población elegible para frenar el avance de la pandemia y comenzar a soñar con el retorno a la ansiada “nueva normalidad”, que tanto se requiere para volver a poner al país en la ruta de la recuperación, principalmente de su golpeada economía, y la reactivación del sistema educativo, que es imperativo se reabra en todos sus niveles.

No hay que olvidarlo, las vacunas salvan vidas, no matan ni causan daño a la salud de las personas, son más los beneficios que se tienen una vez inoculado, por lo que no debe temerse al proceso.