Editorial

Las vacunas no matan

Son muchas las personas que en el mundo y, por igual, en Honduras forman parte de un conglomerado que cuestiona y minimiza la existencia y alcance de la pandemia del covid-19 y que se manifiestan en contra de las campañas de vacunación, poniendo con ello en riesgo la inmunización de la población. Son grupos o individuos que alzan su voz para reclamar su libertad individual y que producen y reproducen mensajes, cadenas, memes y todo tipo de información en los que se cuestionan, no solo la veracidad de la pandemia, sino la efectividad de las vacunas con argumentos sin sustento científico.

Honduras ha sufrido este fin de semana la pérdida de uno de sus mejores hombres, un conocido pastor religioso quien en vida cuestionó las medidas de prevención del coronavirus y la efectividad de la vacuna, un hombre bueno que ha dejado un vacío en su familia y la feligresía, pero su mensaje no era el correcto, y debería llamar a la reflexión de quienes todavía se niegan a la vacunación y al uso de las medidas de bioseguridad que recomienda la comunidad científica.

Y si bien es cierto que vacunarse o no es una decisión personal basada en criterios que quizás sean válidos para quienes los sustentan, también lo es que si no lo hacen, ellos corren el riesgo de enfermar y, lo más grave, también se convierten en propagadores de una enfermedad letal, y quienes no quieran entenderlo así, deben también asumir posiciones congruentes para preservar no solo su vida, sino la de los demás.

Muchos de los que en el mundo no creyeron en la pandemia ni en la efectividad de la vacuna se contagiaron y murieron, por eso el llamado es hoy para que toda la población en edad de vacunarse, incluyendo las mujeres embarazadas, acudan prontamente y sin temores a los centros de vacunación, seguros de que las vacunas no matan, sino que más bien ayudan a preservar la vida.