Editorial

Rutas de miseria

Organizaciones defensoras de los derechos de los niños han identificado en Tegucigalpa lo que ellos llaman rutas de miseria en las que bandas criminales están utilizando a niños y niñas en condiciones vulnerables para la mendicidad.

Estas nuevas formas de explotación infantil se suman a otras que golpean históricamente a esta población que está creciendo en total desprotección por parte de las autoridades competentes y ante la ausencia de políticas públicas encaminadas a enfrentar con seriedad y firmeza la problemática. El mapeo está claro, han informado los investigadores a EL HERALDO.

Las rutas de la miseria se extienden desde el centro hasta diferentes puntos de la capital, donde hay grupos organizados que reciben el dinero del ejercicio de la mendicidad. Han revelado también que en muchos barrios y colonias hay redes ligadas al narcotráfico y las pandillas que están aprovechándose de la inocencia de los menores y las necesidades de sus padres para involucrarlos en sus actividades delictivas.

La mendicidad no es un fenómeno nuevo, pero sí lo es que se ha agravado como consecuencia de la pandemia del covid-19, que como consecuencia de las cuarentenas obligatorias los expulsó a ellos de sus centros de estudio y dejó a sus padres sin empleo o sin ingresos para su manutención.

La situación es altamente compleja y si bien es importante que el Ministerio Público e instituciones gubernamentales como la Dirección de la Niñez, Adolescencia y Familia (Dinaf) y la no gubernamental Casa Alianza están impulsando programas de ayuda a la población que está en la calle, queda mucho por hacer, más cuando los economistas y analistas advierten que las consecuencias de la pandemia se extenderán por varios meses y la recuperación económica tardará en alcanzarse.

La pandemia solo nos recuerda que hay que atender con urgencia el problema y que es tiempo ya que se incluya en los planes de atención y recuperación económica a esta población que ha sido históricamente marginada. No hay tiempo que perder, es el futuro de Honduras el que está en juego.