Editorial

En nuestras manos

El gobierno ha iniciado lo que llaman la apertura inteligente de varios sectores de la economía. La acción es bien vista por aquellos que tienen ya casi dos meses de inactividad económica, pero cuestionada por la comunidad médica por considerar que es muy pronto para tomar estas decisiones, más cuando no se tiene claro cuál es el impacto de la pandemia en el país. La realidad es que la situación sanitaria y la económica están golpeando con fuerza a la población, ya que por un lado son miles las personas que se están quedando sin empleo, sin ingresos y sin comida, y por otro, miles, también, los que están expuestos a contagiarse con el virus del Covid-19 y a tener que requerir los servicios médicos en un sistema sanitario saturado por la alta demanda.

La situación necesita la toma de medidas verdaderamente inteligentes por parte de los gobernantes y los representantes de cada uno de los sectores que están reiniciando sus actividades, y que cada una de esas decisiones se tome teniendo como eje central el bien común. Queda además esperar que las autoridades revisen los planes de atención de la pandemia y hagan los ajustes que sean necesarios, y que con insistencia recomiendan los especialistas en los temas sanitarios, para conocer el impacto real de la enfermedad en la población y asegurar la asistencia médica cuando las personas la requieran. Es una realidad también que una vez que se suspendan los toques de queda absolutos que rigen la vida nacional desde mediados de marzo las cosas no volverán a ser igual que antes y que tendremos que acostumbrarnos a vivir con la “nueva normalidad” que nos ha impuesto el Covid-19. Tendremos que asumir que esa “nueva normalidad” manda que la responsabilidad de preservar la salud está en las manos de cada uno de nosotros y en el cumplimiento irrestricto de las medidas de bioseguridad que con insistencia recomienda el personal sanitario, y entre las que resalta usar mascarillas, mantener la distancia física de al menos 1.5 metros, lavarse constantemente las manos con agua y jabón, no compartir alimentos ni bebidas; “nueva normalidad” en la que ya no cabrán los efusivos abrazos y el saludo de beso