Editorial

Tegucigalpa se quedó sin agua

Esta es la triste realidad en la capital hondureña. Nos quedamos sin agua.

Las causas son muchas, pero sobresalen, la falta de previsión de las autoridades locales y nacionales que nunca priorizaron la construcción de más represas; la destrucción, la deforestación y el abandono de las cuencas hidrográficas, así como la falta de educación ciudadana en lo relacionado con el manejo racional del líquido. También es evidente que las inversiones que se han hecho en el sistema de abastecimiento de agua han sido mínimas en comparación con las demandas
de la ciudadanía.

Hoy, que el cambio climático pasa la factura, la ciudad está enfrentando una, o quizá, la peor crisis de desabastecimiento de agua en décadas.

Los más afectados son los habitantes de las zonas altas de la ciudad, en su mayoría gente viviendo en condiciones de pobreza y pobreza extrema, a quienes tendrán que abastecer
con cisternas.

En medio de la crisis, el gobierno anuncia la aprobación de una decreto de emergencia para apoyar los esfuerzos de la Alcaldía Municipal y del Servicio Nacional de Acueductos y Alcantarillados, a enfrentar la problemática y, por primera vez en años, se anuncia la licitación de al menos tres nuevas represas.

Hay que esperar que todas las acciones y decisiones que se tomen durante la emergencia se concreten y que las mismas cuenten con los mayores niveles de transparencia, y que si llueve nuevamente, los proyectos anunciados no sean engavetados otra vez.

Tegucigalpa y Comayagüela han crecido y dado un paso a la modernidad con sus imponentes obras (puentes, túneles, pasos a desnivel) de concreto. Sin embargo, con la situación de sequía que viven los capitalinos actualmente es prioritario que se ejecuten las obras que garanticen en el futuro cercano el abastecimiento del vital líquido.Y mientras ese día llega, las y los ciudadanos estamos obligados a hacer un uso racional del poco líquido que aún queda en las represas que abastecen a la ciudad.