Editorial

Tragedias infantiles

Este inicio de año ha sorprendido a los hondureños con hechos dolorosos. La violencia y la delincuencia siguen arrebatándole la vida a decenas de ciudadanos, principalmente jóvenes, y la falta de oportunidades sigue expulsando a muchos otros a ir en busca de mejores oportunidades fuera de las fronteras patrias.

Pero lo más doloroso e inaceptable ha sido la muerte de al menos tres niños y niñas en incendios en sus viviendas en Tegucigalpa y en San Pedro Sula, casos que solo desnudan la cruda realidad que viven miles de familias a lo largo y ancho del país.

Las víctimas eran parte de familias pobres, que estaban solos en sus viviendas (mientras sus padres estaban trabajando) y cuyas viviendas no contaban con los sistemas mínimos, básicos, de seguridad en su cableado eléctrico.

Estos son casos que deben llamar a la reflexión inmediata de las autoridades competentes para volver los ojos a una población de miles de niños y niñas que al igual que los que ya fallecieron en este inicio de año, viven en constante riesgo.

Es claro que urge que las autoridades de atención social retomen la construcción y/o creación de las guarderías infantiles en todos aquellos barrios y colonias populares en los que las madres y padres puedan dejar a sus hijos mientras ellos van en busca del sustento diario familiar.

Por su parte, las autoridades del sector energético deben comenzar de inmediato (si es que no lo están haciendo ya) con un plan de revisión de las instalaciones eléctricas en esas colonias.

Hace falta una intensa campaña de educación y concientización de los padres y madres de familia para que no dejen a sus pequeños hijos solos y que traten siempre de contar con el apoyo de un mayor en estas labores.

Son acciones de prevención que el gobierno está obligado a asumir de inmediato y que todos los ciudadanos debemos tener en cuenta para así ayudar a preservar la vida de los niños y niñas hondureños, de los más indefensos de la sociedad. Ellos merecen vivir con dignidad.