Editorial

Taiwán: victoria diplomática

El presidente Donald Trump recién firmó la Taiwan Travel Act, la cual recibió respaldo unánime en el Senado y la Cámara de Representantes, convirtiéndose en ley. Estimula el intercambio de visitas recíprocas de funcionarios públicos de alto nivel, constituyéndose en un firme respaldo al pueblo y gobierno taiwanés por parte de la actual Administración estadounidense.

Hasta ahora, como consecuencia de la ruptura de relaciones con Taipéi y la apertura de las mismas con Beijing en 1979, durante el gobierno de Nixon, dichos intercambios estaban limitados en rango y frecuencia.

A partir de ahora las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y la República de China (Taiwán) se fortalecen cualitativa y significativamente, lo que debe ser interpretado como una inequívoca señal de amistad y solidaridad.

Recuérdese que con la firma del Acta de Relaciones con Taiwán, suscrita en 1979, Washington está legalmente obligado a colaborar en la defensa de la república insular asiática cuando una potencia extranjera atente contra su soberanía e integridad territorial.

Es oportuno recalcar que Taiwán es una nación soberana, con una distintiva identidad nacional, su propia Constitución y leyes secundarias, un sistema político democrático, pluralista, en que los partidos políticos se alternan en el voto de acuerdo al voto ciudadano, fomentando la diversidad étnica y cultural de sus habitantes.

El viajero poseedor de un pasaporte taiwanés puede circular por todo el mundo, indicativo que la comunidad internacional reconoce la validez de dicho documento como medio de identificación.

Taiwán posee una sólida base tecnológica e industrial y su política exterior se orienta hacia la ayuda y cooperación incondicional con las naciones amigas, incluyendo a Honduras, beneficiada con la asistencia financiera y técnica del hermano país a lo largo de los años.