Editorial

Los incendios y nuestros bosques

El incendio forestal que ya ha arrasado con más de 300 hectáreas en el cerro El Venado, municipio de Opatoro, en La Paz, debe poner en alerta a la población y a las autoridades. Y es que con la llegada del verano, estos siniestros se disparan y los perjuicios a la flora, la fauna, el patrimonio y el ambiente son incuantificables, siendo los bosques fuente de riqueza y bienestar para las presentes y futuras generaciones.

El año pasado se registraron 892 incendios forestales -de los que 460 ocurrieron en abril- que arrasaron con 36 mil hectáreas de bosques y pasto, según datos del Instituto de Conservación Forestal (ICF).

Aunque el número de siniestros fue 41.2% menor al año previo (con 1,517 incendios) y el área destruida fue un 36.8% menor que 2016 (con 56,972 hectáreas) hace falta todavía una mayor conciencia de la población y más acciones de las autoridades para proteger el área forestal.

Aunque la Ley Forestal establece penas de hasta 12 años de prisión a quienes le prenden fuego al bosque, los casos judicializados son irrisorios, aún cuando las mismas autoridades reconocen que en muchos de los siniestros hay mano criminal.

Esto solo refleja la falta de capacidad investigativa y los pocos recursos destinados para castigar a quienes cometen estos delitos, así como también la escasa cultura de denuncia y colaboración de la comunidad.

Los incendios provocados por pirómanos o campesinos a quienes se les van de las manos las quemas agrícolas deben ser sancionados según cada caso. Sin dejar de mencionar la necesidad de medidas de prevención y concienciación, que tampoco lo son todo si, por otro lado, campea la impunidad.

Al menos diez viviendas estuvieron a punto de ser consumidas por el incendio del cerro El Venado, que el sábado llegaba a su cuarto día de destrucción y que demandará de una etapa posterior de reforestación para tratar de resarcir el daño provocado.

La tala y los incendios nos cuestan cada año miles de hectáreas de bosque, incluyendo áreas protegidas –de las que 3,963 fueron consumidas el año anterior- y su recuperación tarda varias décadas. Hay que hacer algo y hay que hacerlo ahora.