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¿Una cumbre como punto bajo?

La Organización de los Estados Americanos (OEA) fue fundada en 1948 y tiene su sede en Washington, DC. El objetivo de la organización es promover la democratización y los derechos humanos dentro de los Estados miembros desde Alaska hasta Tierra del Fuego, combatir el crimen, asegurar la paz y crear una zona de libre comercio panamericana. Por supuesto, la OEA se basó en la intención geoestratégica de EE UU. En el sentido de la Doctrina Monroe de 1823, EE UU quería asegurar la soberanía del continente americano, pero al mismo tiempo no restringir las posibilidades de influencia dirigida desde Washington. La OEA es hija de su tiempo, nacida de los primeros años de la Guerra Fría.

Algunos critican que mientras en América Latina, por ejemplo en Chile, los dictadores militares gobernaron sangrientamente, la OEA no fue una voz crítica. Por el contrario, Cuba fue expulsada de la OEA en 1962. Venezuela declaró su retiro de la OEA en 2017, Nicaragua en abril de ese año. Los tres países se están convirtiendo ahora nuevamente en un problema político para EE UU. En 1994, la Cumbre de las Américas se formalizó como una reunión de jefes de Estado. La novena reunión, por segunda vez en los EE UU, está programada para realizarse del 6 al 10 de junio en Los Ángeles. Sin embargo, EE UU no quiere invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua, los tres Estados son vistos como aguafiestas. Esto ha causado una reacción internacional más fuerte de lo que muchos pensaron. México amenazó con mantenerse alejado de la Cumbre en el sentido de la solidaridad.

La Celac, fundada hace una década como alternativa a la OEA sin EE UU y Canadá, también ante el golpe de Estado en Honduras, igual declaró que ningún país debe ser excluido. Una posición similar comunicó la Caricom, y la presidenta Xiomara Castro dijo: “Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas”.

Para EE UU, la Cumbre podría ser un punto bajo en vez de un éxito diplomático. Como siempre, en Washington hay muchos temas sobre el escritorio, América Latina es solo uno de ellos. El viaje de la primera dama Jill Biden a Ecuador, Panamá y Costa Rica debe entenderse como un intento de fortalecer las relaciones de Washington con el sur en tiempos tensos por temas como la migración y la Cumbre. Oportuno, un diplomático latinoamericano anónimo comparó a EE UU con el Vaticano en el acalorado debate que rodeó la cumbre. La comparación provocadora era que era difícil ser aceptado, uno tenía que seguir muchas reglas, confesar y al final aún podía ser condenado en lugar de ir al paraíso.

El diplomático, por otro lado, comparó las acciones de China con misioneros amigables en traje. De hecho, China está intentando, discreta pero resueltamente, hacerse un hueco en América Latina. Su poder económico y la narrativa de supuesta no injerencia política son fuertes. Por supuesto, parte de la verdad es que la misma China lleva a cabo una geopolítica contundente tanto en Asia como en el mar de la China Meridional, donde se crean islas artificialmente para expandir la zona de influencia.EE UU debería iniciar una nueva ola de acercamiento a sus vecinos del sur. Como fue el caso bajo la presidencia de Barack Obama, las señales positivas a Cuba serían parte de esto. Cualquier otra cosa solo alimenta la competencia geopolítica. La Cumbre probablemente no será un punto culminante diplomático, pero la visita de la primera dama muestra que hay otro camino.