Para estas elecciones generales la observación electoral será de gran valor. Más allá de lo técnico, trasciende para constituirse en garantía de estabilidad y transparencia, lo necesario para lograr la confianza de la ciudadanía. Precisamente una de las manifestaciones de ciudadanía activa es la observación electoral.
Los hondureños debemos ser vigilantes del proceso electoral, desde la sociedad civil organizada, gremios, universidades, grupos juveniles, como a título personal. Es fundamental el acompañamiento nacional para la credibilidad de los resultados electorales. El pueblo velando por su legítimo derecho a que su voluntad depositada en la urnas sea resguardada.
Elecciones anteriores nos enseñaron que carecer de observación electoral fuerte y honesta es fuente de conflictividad post electoral, de manipulación y de descredito institucional.
En adición, la observación electoral internacional dota de legitimidad el proceso electoral ante el concierto de las naciones y de los organismos internacionales. Todo lo cual es importante entre otros por los informes y recomendaciones resultantes que evaluaran el desarrollo de las elecciones, las condiciones del patrón electoral, los dineros de las campañas, la equidad entre los candidatos, así como la imparcialidad de la institucionalidad.
La evaluación externa es un contrapeso vital para limitar los excesos del poder y genera confianza a los inversionistas nacionales y extranjeros y en especial para la recelosa ciudadanía que exige unas elecciones limpias.
En esta coyuntura crítica debemos garantizar la asistencia responsable, independiente y amplísima de observadores nacionales e internacionales.
No podemos permitir que la voluntad popular sea irrespetada, ni relativizada ni negociada. La observación electoral es la conexión entre la voluntad soberana del pueblo y la legitimidad de los resultados de las elecciones.
Luchemos por la observación electoral, incluida la confiable que sería la del CNA y de la ASJ. Las necesitamos.
