Columnistas

De la dependencia a la independencia

Un 1821, año que significo, parcialmente, un antes y un después en los anales de la historia centroamericana, ocurrió la ruptura pacífica del nexo colonial con España, pero también el inicio del colonialismo al neo-colonialismo, bajo nuevas modalidades y emergentes potencias imperiales. El expansionismo territorial británico desde el siglo XVIII se había ido apoderando de Belice y ocupando intermitente las Islas de la Bahía, además de ejercer un protectorado en La Mosquitia, siendo fútiles los esfuerzos hispanos por desalojar a los invasores.

Mario García Laguardia afirma: “el panorama que se presentaba era semejante al de otros lugares: una autoridad errática que había perdido sus vínculos con la metrópoli; el alto clero y funcionarios españoles, fieles hasta el fin a la Corona; y la presión popular por la Independencia expresados a través de improvisados tribunos emergentes de la clase media”.

Carlos Meléndez Chaverri sostiene: “La Independencia trajo para Centro América la crisis de la soberanía, que en algunos casos llegó a fragmentarse en un espíritu aldeano y localista. Mucha de la influencia independentista tuvo raíces filosóficas francesas. La Independencia nos llevó al rompimiento político con España, pero en lo intelectual nos llevó a que nos volviéramos ideológicamente afrancesados”.

Y es que la neo-dependencia no solo fue material, también ideológica, para las nuevas naciones americanas. La adopción de un sistema federal de organización política, en el istmo, se inspiró en el modelo adoptado por las 13 colonias inglesas en América del Norte, con un formato similar al estadounidense, sin tomar en cuenta las realidades y pasado diferente entre aquellas y este, lo que contribuyó al eventual colapso de la República a partir de 1838. El paradigma adoptado no llegó a funcionar en las Provincias Unidas del Centro de América. También la aplicación acrítica del liberalismo inglés con su postulado del libre comercio provocó el colapso de nuestra artesanal industria textil, lo que llegó a reconocer el prócer Valle. Ya para entonces la asimetría era evidente entre Gran Bretaña y su Revolución Industrial y las emergentes naciones latinoamericanas.

Y esa actitud mental carente de un esfuerzo ideológico propio continuó a lo largo de estos 200 años, siendo la más reciente prueba la puesta en práctica, con resultado devastadores para las mayorías, del modelo neo-liberal que ha enriquecido a minorías y empobrecido aún más a mayorías. Si ayer se suscribían los postulados de Adam Smith hoy se continúan aplicando los de la Escuela de Chicago encabezada por Milton Friedman, a pesar de sus repercusiones negativas en áreas vitales como salud, educación, vivienda, cultura.

Así, en estos 200 años se ha evidenciado un acelerado proceso de pérdida de soberanía, autodeterminación, nacionalidad, identidad. ¿Será aún posible revertir estas tendencias y reencontrarnos con nosotros mismos? ¿O será ya demasiado tarde, no quedando más que aceptarlas en función de estados vasallos? El meridiano de Londres, al que hacía referencia Medardo Mejía en su obra acerca de Cabañas, había sido reemplazado, a partir de 1898, por el meridiano de Washington.