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El CNE no está solo

El Consejo Nacional Electoral (CNE) no está solo, y eso es bueno. Cuando lo digo, me refiero a las dos connotaciones que esta oración puede proporcionar: quiero decir que la sociedad civil lo acompaña, pero también que la sociedad civil lo vigila. Esto quedó patentado en el acuerdo que firmó con distintas organizaciones como el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), Asociación Nacional de Industriales (Andi) y el Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (Iudpas), entre otras. Además, por supuesto, del pacto implícito que tiene con cada hondureño.

Mucha de la tranquilidad futura del país depende de la labor que realice el CNE, pero no toda. Las acciones de cada institución política encarnadas en sus seguidores serán también un elemento clave. Ya vivimos hace algunas semanas una escena bochornosa en el sorteo de los lugares que ocuparán los candidatos en la papeleta electoral. Cuyo trasfondo no eran las posiciones, sino los rencores y la inmadurez política.

Quiero detenerme en el par de verbos que utilicé al principio. Al CNE lo acompañaremos siendo responsables en todo el proceso electoral. Es necesario velar por su autonomía e independencia, estar alerta a todas las acciones que contradigan el principio de este vital organismo del Estado.

Y por supuesto, se debe evitar la difusión de información falsa o imprecisa. Eso caldea los ánimos, desvirtúa la realidad y genera un ambiente de inestabilidad. No hay que multiplicar los dolores pasados de los partidos políticos. Eso podría traernos duras consecuencias en noviembre.

No olvidemos que nuestro papel es simple pero importante. Cuando llegue el momento hay que acercarse con civismo a los centros de votación. Un proceso no puede considerarse exitoso si solamente participan unos cuantos. Aunque estoy claro de que la abstinencia no tiene que ver necesariamente con este proceso, sino con el desánimo que la historia nos ha dejado. Es tarea del CNE y de los partidos políticos luchar contra ese fantasma.

Pero también lo vigilamos. Y aquí de nuevo la comunicación tiene un componente importante. Vigilar no significa criticar (en el peor sentido de la palabra) las acciones del CNE, sin antes someterlas a un juicio crítico. Es necesario comprender completamente qué es lo que está sucediendo alrededor de toda la fiesta electoral.

No es una organización perfecta -ni de la puerta hacia adentro, ni de la puerta hacia afuera-, pero más que perfección lo que necesitan las personas es transparencia y seguridad. Ya no se vale pensar en las reformas que no pudieron ser, ya quedarán para otro momento.

El CNE está organizando una fiesta en la que los invitados se tienen rencor, a eso hay que prestarle mucha atención. Y el país no quiere repetir las escenas críticas de 2013 ni 2017, cada una más aguda que la otra, sobre todo después del golpe de una pandemia, la pobreza, la delincuencia y los huracanes. Así que es necesario que las personas crean en nuestra democracia y cuando se anuncien los resultados haya aceptación y consenso general.

Sin duda, la firma de acuerdo con la sociedad civil va más allá de un asunto formal, es Honduras que se compromete a respetar su voluntad, porque después de todos los tecnicismos ese es el tema de fondo.