Columnistas

Vacío de poder

La definición de vacío de poder en política es la ausencia del gobierno. El vacío de poder se produce, entre otras razones, por el debilitamiento de la institucionalidad. Es una de las varias manifestaciones de anarquía, existe gobierno, pero no se ejerce como la sociedad lo espera. El vacío de poder hace perder autoridad, el gobierno hace lo que quiere y le conviene a sus desmedidos apetitos. En el último estudio dado a conocer por el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, ERIC-SJ, en julio del 2020, se la asigna una nota de aprobación de apenas un 3.69 al presidente Juan Orlando Hernández por su desempeño. El 82.5% de la población manifestó no tener confianza en el gobierno. La confianza no solo mide la popularidad, es la condición para impulsar cualquier acción pública. Cuando se le preguntó a la población sobre la confianza que tiene en el Congreso Nacional de la República, el 85.7% de los ciudadanos consultados manifestaron tener poca o ninguna confianza en los diputados.

La normativa aprobada en el Congreso, en general, es una normativa depredadora y generadora de impunidad. La población se siente muy frustrada con los partidos políticos, un 77.8% de los hondureños y hondureñas manifestaron tener poco o nada de interés en política. Los políticos deturparon y desnaturalizaron la función de la política, que en sus origines se le concibió como la ciencia que busca el bien común. En el caso de Honduras, el vacío de poder tiene que ver con una situación donde el jefe del Ejecutivo, muchos de sus colaboradores y demás poderes del Estado, aparecen implicados en actos de corrupción y narcoactividad, lo cual le ha hecho perder la brújula en el cumplimiento de su deber.

Eso lo ha llevado al inmovilismo, falta de iniciativa y ausencia de credibilidad, no solo ante la ciudadanía hondureña sino ante la comunidad internacional. No es casual que en algunas comunidades se vea al presidente Juan Orlando Hernández subido en una escalera poniendo focos ahorradores, actividad que bien la pudiera hacer un obrero electricista, pero la asume como un intento forzado de dar la impresión de que hay un presidente preocupado por los problemas que sufre la sociedad. En el vacío de poder, el gobernante no tiene prioridades.

Otro tanto ocurrió con el desfasado programa de vacunación, movilizó todo un aparato de seguridad para ir a vacunar, según su creencia, a la población de Amapala, aunque la misma abarcó solamente a los pescadores y transportistas, dejando del lado al resto de la población. De nuevo, una tarea que es responsabilidad del centro de salud de esa comunidad, se monta un espectáculo mediático de entretenimiento. Cuando un gobierno pierde el sentido de su responsabilidad, se detiene en los detalles, no ve el bosque que está ardiendo para detenerse en el árbol. En las condiciones actuales, el vacío de poder se reproduce al haberse desmontado la institucionalidad de lo público, pero lo más grave es haberse disminuido la condición de ciudadanía, se le quitó fortaleza a la conciencia crítica colectiva para convertir la charlatanería en comportamiento individual.