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José Trinidad Cabañas Fiallos

Conmemoramos el 216 aniversario natal de un prócer paradigma de honradez, patriotismo, integridad, que hoy, más que ayer, cuando nos abruma la corrupción e impunidad, debemos evocar, concluyendo que no todo está perdido, que aún se puede rescatar a Honduras.

Nacido en Tegucigalpa (1805), realizó estudios en el Colegio Tridentino de Comayagua. Optó por la carrera de las armas en defensa del jefe de Estado, Herrera, depuesto por órdenes del presidente federal Arce. Participó en la defensa de San Salvador, invadida por tropas guatemaltecas. Integró el Ejército Aliado Protector de la Ley en 1829, organizado por Morazán para restituir la legalidad, formando parte de la oficialidad del prócer. Se destacó en 1832 venciendo a Vicente Domínguez en la batalla de Jaitique, participando en el triunfo del Espíritu Santo. Al ser derrotado Morazán en Guatemala, optando por marcharse al exilio, un grupo de leales, uno de ellos Cabañas lo acompañó en 1840, tanto en David, Panamá, como en Lima.

Al decidir Morazán retornar al istmo (1842), amenazado por el expansionismo británico, desembarcó en Costa Rica, en donde fue proclamado jefe de Estado, Cabañas se sumó al intento por reconstruir la Patria Grande. Al ser ejecutado el mártir, Cabañas partió a El Salvador, continuando su inclaudicable respaldo a la reunificación. Sucedió a Lindo como gobernante, lo que interpreta el historiador Woodward como reflejo del “distanciamiento de Lindo con los conservadores locales debido a su desconfianza y dificultades con los conservadores guatemaltecos.

Además, Lindo reconocía que Cabañas comandaba el ejército y de allí que tenía el verdadero poder en el Estado, pero esta realidad también puso a Cabañas en conflicto con Carrera y Guatemala. Si Lindo, como conservador, no había logrado evitar dificultades con los guatemaltecos, Cabañas como el último de los viejos generales morazanistas en la América Central sería aún menos capaz de mantener la independencia hondureña... y el restablecimiento de la unión”. Las tropas de Cabañas fueron derrotadas en Gracias el 6 de julio de 1855 y nuevamente en Masaguara en octubre, debiendo refugiarse en El Salvador, retornando años después a Honduras, falleciendo en 1871.

Pese a la inestabilidad política, la gestión de Cabañas como mandatario fue positiva: respetando irrestrictamente la libertad de prensa, iniciando gestiones para construir un ferrocarril interoceánico, administrando honestamente fondos públicos. Ramón Rosa lo evaluó así: “...siempre fuiste bueno, leal, generoso y patriota. La Patria hoy te presenta como dechado de honradez y de heroísmo”. Medardo Mejía afirmó: “Honduras, en tiempo de Cabañas, fue asiento de grandes ideales, y tal vez de grandes utopías”. Ramón Oquelí concluye: “Cuando se estudie a fondo su figura, seguramente no se empañará esa imagen que de él siempre se tuvo: honradez, valentía, fidelidad, no crueldad”.

Hagamos nuestra la reflexión de Cabañas: “Hay, pues, algo imprescindible, algo más importante que los intereses materiales, que la utilidad del presente, y es el honor del país y los derechos del pueblo”.