Columnistas

¿Cedes tus derechos, tus bienes personales, la seguridad de tu familia, porque se supone estarán mejor? Responden sí, no se les cree. Como aquí los valores perviven invertidos. Unos defienden lo que han hecho o son capaces de hacer, por ahora, hasta que las víctimas sean ellos.

Así pasa cuando el Estado de Derecho es declarativo y ajustable al interés del poderoso. Cuando se deja de serlo y los nuevos poderosos son otros, se repite el círculo vicioso. Ilusos sonamos, creemos ver en cualquier palabra la mínima esperanza de que cambiará. No podemos resignarnos a que atropello tras atropello, delito tras delito, la impunidad se continúe enseñoreando sobre todo lo que ha debido ser noble.

No se ve mal irse a meter a las propiedades ajenas, o las públicas, usufructuarlas, acrecerlas delictivamente en colusión con empleados registrales, delitos posteriormente validados por abogados y jueces venales. Mientras no sean las propias. La tenencia de la tierra es fuerte expresión de la inseguridad jurídica. Desde muertes hasta despojos y vejaciones, sufren quienes defienden sus tierras. Es uno de los aspectos alarmantes de las ZEDE. Potencial como terrible foco de conflictividad.

Aparte de la inconstitucionalidad que las repudia con tanta determinación, como la población. ¿Por qué insistir en algo tan rechazado, aparte de totalmente ilegal e ilegítimo? ¿Por qué empeñarse cuando ya van a salir, sí, van a salir, en imponer semejante atrocidad seudojurídica? ¿Alguien ganará algo? Los ingenuos inversionistas en las ZEDE, supuestos reconocidos empresarios, ¿cómo no se enteran de las pérdidas totales que tendrán de ese nefasto negocio? La versión anterior, las ciudades modelos, por las que cometieron el grave error de expulsar a cuatro magistrados de la Sala de lo Constitucional, quienes apegados a la ley las invalidaron, aparte, claro, de lo que avalarían por procedente, el conteo voto x voto de Ricardo Álvarez. Cedes tierras, derechos y soberanía y te vuelves indigno de ser hondureño. ¡No cedes a las ZEDE!