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Nueva Ley Electoral: parche o solución

Finalmente los políticos se pusieron de acuerdo para la aprobación de una Nueva Ley Electoral, la cual ha provocado reacciones favorables como negativas desde el punto de vista de la influencia que tendrá la nueva ley para darle legitimidad al próximo proceso electoral que se celebrará el domingo 28 de noviembre de 2021.

La ley establece un nuevo orden para el desarrollo del proceso electoral —en el que participarán 14 partidos, increíble—. Serán los organismos electorales y los llamados a integrar las denominadas Juntas Receptoras de Votos los que tendrán la responsabilidad de garantizar que el proceso se celebre en forma ordenada y creíble. Estas Juntas Receptoras de Votos ahora estarán integradas por solo cinco miembros en la mesa, con derecho a voz y voto y teóricamente se espera que con ello se evite el viejo tráfico de credenciales, que en el pasado benefició a los partidos llamados grandes, que son los que cuentan con mayores recursos financieros.

Sin embargo, la nueva ley deja por fuera reformas importantes como ser la segunda vuelta, lo que implica que se seguirá eligiendo presidentes de la república por una minoría de los votantes, lo cual tiene implicaciones negativas tanto desde el punto de vista de gobernanza como de la responsabilidad de gobernar para beneficio de todos los hondureños y no solo de los afiliados al partido que resulta ganador. También se dejó por fuera el tema de la reelección presidencial, que es otro motivo de discordia entre los hondureños, ya que muchos siguen opinando que el mecanismo utilizado para la reelección del actual mandatario violó la Constitución de la República. Tampoco se contempla la ciudadanización de las mesas electorales, para reducir la influencia política y el manoseo de votos de los que integran las mesas, foco de controversias en elecciones pasadas.

Independientemente de lo anterior, los hondureños debemos unirnos para lograr que las próximas elecciones no se conviertan en motivo de nuevos enfrentamientos y se ahonden las divisiones, en momentos donde nuestro país necesita que exista unidad, esfuerzos integrados y la voluntad de todos para hacerle frente a los grandes retos que tenemos por delante.

Muchos países y aún personas, han aprovechado las crisis para promover reformas estructurales en su forma de gobernar y de actuar, conscientes que ante una situación calamitosa de gravedad se necesitan medidas que se salgan del recetario tradicional, así como emprender acciones transformadoras acordes a la nueva realidad. En Honduras no solo tenemos daños en infraestructura, en la economía, en sectores productivos sino que también miles de compatriotas han perdido sus ingresos, ya sea porque perdieron su empleo o su pequeño negocio, muchas familias han perdido seres queridos y todo esto ha provocado mayor desesperanza, lo cual se traduce en la enorme cantidad de hondureños deseando migrar hacia otro país.

Ha llegado el momento que nuestra clase política deje de pensar en su propio beneficio únicamente y deje de ver al servicio público como su gallinita de oro. Dada la situación que enfrentamos es el momento de tomar decisiones que sean de beneficio para el país y para todos y que los diputados dejen de aprobar leyes para asegurar su impunidad. ¿Será posible esto?