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Las ZEDE o las nuevas formas de enclave

Ante el fracaso del gobierno de Juan Orlando Hernández en la generación de empleo como lo había venido ofreciendo, ahora, cuando ya va a salir del poder, impulsa la creación de las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE). En la toma de posesión en enero del 2018 señaló que crearía 600 mil nuevos empleos. Esa promesa no solo quedó en el discurso, en la actualidad entre el 10% y el 15% de empleos se pierden cada mes.

Una vez que se conoció, por el debate acerca del contenido de ley de las ZEDE y sus reformas, para muchos evoca la experiencia vivida por el país a finales del siglo XIX con los enclaves en la minería y en la producción de banano. A las inversiones extranjeras en aquella época se le dieron concesiones generosas, todo con el señuelo de la generación de empleos, el mismo argumento que ahora utilizan los teóricos de las ZEDE. Razón han tenido quienes hablaron de que “La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.

A las compañías bananeras se les proporcionó tierras nacionales gratuitas para la construcción de oficinas, talleres, bodegas, uso gratuito de maderas, así como de todos los materiales que haya en tierras nacionales y ejidales, libre uso de agua, exención de todas las obligaciones fiscales o municipales establecidas o por establecerse, para la construcción, mantenimiento y funcionamiento del ferrocarril, muelle y sus accesorios, importación libre de impuestos aduaneros y fiscales para maquinarias, carros, herramientas, rieles y durmientes. La concesión mayor se otorgó con las tierras, pues se les proporcionó hasta 10 mil hectáreas por cada 20 kilómetros construidos de línea para el ferrocarril, aunque las más beneficiadas serían las mismas compañías.

Si bien es cierto con la llegada del capital extranjero se abrieron fuentes de trabajo, las condiciones de vida de los obreros eran deprimentes, al no haber una legislación laboral que los protegiera y dado al abuso de los patronos. El resultado de las concesiones hechas al capital extranjero en el siglo XIX, ha sido la formación y consolidación de un capitalismo dependiente, subdesarrollado y heterogéneo, que concentró el desarrollo en pocas ciudades del país y que nos ha situado como la nación con los niveles de pobreza más elevados de América Latina, el mismo sistema político heredado de aquella época, es un sistema corrupto, fruto del cual son herederos los que aprobaron la Ley de las ZEDE, que cercena la soberanía patria.

En un acto insólito y de origen dudoso, se aprueba una legislación para crear las zonas de desarrollo que violentan la Constitución de la República y pone en situación de desventaja al empresariado hondureño al eliminar toda clase de impuestos a los empresarios que se acogen a las ZEDE.

En el año del bicentenario de la independencia, unos diputados inescrupulosos, por iniciativa del Ejecutivo, subastan el territorio nacional a través de una legislación entreguista y protectora de inversionistas que buscan refugio para sus capitales, en muchos casos, mal habidos. Las ZEDE generarán mayores niveles de desigualdad y conflictividad.