Columnistas

El Estado no conveniente

Pocos distinguen entre Estado y gobierno, aunque en el caso hondureño ocurra la situación de que el “gobierno” ––ineficaz, narco y corrupto–– se apodere del Estado y lo empuje a prácticas de vicio fiscal, político y social, un fenómeno que identifica de inmediato el irrespeto al principio de constitución del Estado, que lo declara permanente y regido por leyes e instituciones, no por la voluntad o ideología de los hombres. A los gobiernos, de existencia temporal, los manejan hombres pero, se supone, para perfeccionar y engrandecer al Estado.

El tema es complejo pero no oscuro y para iluminarlo personas doctas redactan cartas magnas donde especifican qué puede cambiarse en el cuerpo íntegro, articulado, cohesivo y deseadamente eterno que es el Estado, nacido tras y como acuerdo político entre los pobladores primigenios dentro de ciertos acondicionamientos históricos (ciertas circunstancias diría Ortega) que le dan identidad. Identidad a la que distinguen usualmente el territorio, que los habitantes compartan una similar historia o vivencia humana, la lengua e incluso la cosmovisión, que puede ser religiosa.

Pero si esgrimimos el bisturí en la sala de emergencias vemos de inmediato que a ese cuerpo social todo en este momento se le ha trastocado. En primer lugar hay una confusión intencionalmente creada entre ambos grandes conceptos (Estado y gobierno) para efectos de manipulación. Y así (gente de) el gobierno alega que con un dictamen de la Corte Suprema puede modificarse artículos pétreos de la Constitución (que son a la vez burrada jurídica pues prohíben la voluntad de legisladores del futuro), interpretación que atenta contra las reglas (o sea la carta magna) del Estado. Gentuza esa que a la vez restringe y condiciona que el pueblo manifieste su criterio mediante plebiscitos y referendos, lo que es su derecho. O sea que a la supuesta voz de dios inscrita en la carta magna de 1982 se la entrampa, y a la actual del pueblo o de dios se la niega. Sinvergüenzada cachureca, además que delito.

Mientras que el artículo cenital de ese documento enunciativo declara: “Honduras es un Estado de derecho, soberano, constituido como república libre, democrática e independiente para asegurar a sus habitantes el goce de la justicia, la libertad, la cultura y el bienestar económico y social”, los conservadores se afanan para que ningún enunciado de tales se cumpla. Contra la idea de libertad someten a la república a dominación externa; contra democracia instalan dictadura; contra independiente venden el país con “ciudades” enclave; contra el compromiso de asegurar justicia se prostituye en globalidad a sus miembros y autoridades, poniendo por los suelos, con obvio descaro, cualquier intento de trasladar a las masas mandantes los beneficios de justicia, libertad, cultura y bienestar económico y social. Su consigna es retroceso, panteísmo, pensamiento mágico, oscuridad. “Dios y orden” exultaban Carrera y Ferrera. Sin contenerse allí el deterioro pues protagonizan un crimen histórico utilizando al Estado para gobiernos de narco acción...

Así es que en las próximas elecciones sólo los ignorantes y malvados votarán otra vez por los mismos. Inteligentes y conscientes no.