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¿La reforma policial, un compromiso?

La imagen actual del profesional de la policía de la escala básica se puede definir como el valor percibido que se debe tener de la institución que lo formó. Esto con relación a los retos propuestos en su formación harto superados.

Pero tener una nueva imagen de este profesional de la policía también quiere decir que el ITP ha logrado situarse por encima de la media en un número suficiente de parámetros de evaluación reconocidos por la mayoría. Y si bien, la acción de recuperar el prestigio perdido y obtener el logro de la buena notoriedad de cualquier profesión es un ejercicio que requiere como mínimo la pretensión que toda la institución ande hacia la misma dirección y luche por un objetivo común, en el ITP tal acción es ingente. Es aquí donde cabe una respuesta afirmativa al cuestionamiento que da el título al artículo.

Lograr esta afirmación significó, para los instructores, iniciar procesos de cambio que implicó situarse en territorios conocidos (algunas veces inciertos), por lo que resultó imperioso contar con convicciones claras respecto a lo que “nos moviliza y nos da sentido en el trabajo educativo”. Dichas convicciones, ahora lo sé, están llenas de la información relevante acerca de lo que debemos hacer para propiciar nuevas estructuras, relaciones y entornos que desde procesos construidos colaborativamente generen propuestas de re-significación y el enriquecimiento de la propia práctica docente.

Ya se sabe que la interacción entre instructores es un hecho inherente a la profesión de instructor o a la propia acción de instruir. Y que en un centro educativo diariamente se tienen que resolver situaciones que acostumbran implicar a diferentes profesionales. Estas interacciones son las nuevas estructuras que nos llevaron a obtener la máxima participación y la predisposición de compartir las responsabilidades. Es decir, los instructores del ITP, igual que otros profesionales, aprendimos que partir de la interacción y la colaboración entre nosotros se convierte en una herramienta imprescindible para favorecer una práctica reflexiva, la que es un recurso esencial para llegar a la máxima eficacia educativa.

El epítome entonces es que la colaboración de los instructores en el ITP es un estilo de interacción donde la opinión de cada uno tiene gran valor, independiente y a su vez de una manera compartida, lo que no significa idéntica, puesto que los conocimientos o funciones que desarrolla influirán en sus aportaciones. Estas son las convicciones dirigidas al logro de un objetivo común, sin importar que las propuestas de cómo conseguirlo sean inicialmente divergentes. En otras palabras, el actual profesional de la policía pasa en su formación por las manos profesionales y colaboradoras de instructores uniformados y no uniformados, de su rol en la institución. Si pudiera escribiría la palabra rol con letras insignes, esto en relación con el instructor uniformado, puesto que al cumplirlo para nada finaliza con su trabajo; al contrario, lo inicia: esfuerzo que también es parte fundamental de la reforma policial.