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Tambores de guerra

Los tambores de guerra electoral están sonando, los candidatos de las corrientes de los partidos políticos se preparan para poder ser el elegido. Están ensayando su mejor sonrisa, su mejor fotografía, su mejor discurso con propuestas que enajenarán al público electorero, los que aún creen en las promesas vacías o los que desean que las migajas del pastel del poder les caiga siquiera en la camisa para saborearlas.

La base política de la estrella solitaria denominada por ellos mismos como Mancha Brava -donde se reúnen las personas que más gritan, las que pueden hacer más escándalo, las que loan a sus dirigentes como si fueran los mesías que resolverán los problemas más ingentes de esta nación sometida al ostracismo internacional- desfilan semana tras semana llevando mítines políticos y en verborrea, a pesar de todos los desmadres que se han cometido como ser el robo descarado del erario, de la aprobación del Código amoral, la caja chica de la primera dama, el saqueo de la SAG, la traición a la patria por parte de todos los que votaron a favor de que se rompiera el orden constitucional al violentar artículos pétreos y el cuento sigue como el cuento de “Las mil y una noches”.

Las directrices dadas son claras a las bases de la organización política: organizar su colonia, barrio, aldea o caserío; llevar el bono solidario para las personas de bajos recursos; promover la construcción de viviendas; la compra de votos; promover la consecución de más adeptos hacia las filas políticas; bombardeo de propaganda política y excusar a sus dirigentes de todos los males; por otro lado, el RNP como cuna del fraude hace lo propio.

Todo esto frente a una oposición que no logra reunirse para unirse y formar un solo bloque para poder rechazar este meteorito que nos lleva cada día a la hecatombe como nación, como patria y Estado.

“Voten por mí, les prometo que los soldados irán a sus cuarteles, que no habrá impuestos, que la justicia imperará, que se construirán aulas de clases por todos los rincones del país y que la educación impartida irá de codo con codo con los países de avanzada, que la salud será para todos, médicos y enfermeras por todos lados, que no venderemos la patria en pedazos, que todos seremos respetuosos, serán parte de los discursos que escucharemos próximamente.

Ya no nos acordaremos que el 2020 dejó una estela de muertos por los cuatro puntos cardinales de nuestra nación con la pandemia de coronavirus y que dormidos en los laureles no podremos tener la vacuna como las naciones más listas lo están haciendo.

Además, está lo de los meteoros que han arrasado el valle de Sula y que tardará muchos años en recuperarse. Hay miles y miles de compatriotas que perdieron desde seres queridos hasta sus pertenencias, y ahora sin trabajo y con esa bolsita de provisión que tenía el valor de cincuenta mil lempiras no podrán levantarse.

Los tambores están sonando, ganará quien los haga sonar más fuerte, porque este pueblo enajenado por su pobreza, falta de educación, paupérrimo, sin fuentes de trabajo, con una violencia sin igual, con carteles de la droga, irá como zombi a votar por más de lo mismo.