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Que más quisiera uno que con solo pensarlo las instituciones y la ciudadanía funcionaran bien. Que cada quien cumpliera con su deber, con el interés patrio por faro. Que se asumiera, que el mejor negocio es ser honrado. Desde esta realidad, no la que soñamos, decidir que la desconfianza sea tanto oportunidad como fortaleza en vez de debilidad o amenaza. Y de ahí, desconfiar unos de otros en el marco de la legalidad y del respeto, necesarios para la convivencia pacifica. Esa que nos es indispensable para crecer y desarrollarnos. Partamos de que la profusión de voces agoreras de un fraude electoral no lo fueran y se tratara de denuncias sustentadas, habría entonces que hacer lo necesario para impedir que dicho fraude se geste. Publicidad de todas las actuaciones de funcionarios públicos y de políticos. Nada qué esconder, nada qué temer. Mezcla de indignación y pesar es lo que produce el episodio de los audios en el RNP. Ya bajo control el mix de emociones que suele crearnos la práctica política disfuncional, es de festejar que haya trascendido.

Se espera que los comisionados del RNP estén concentrados en entregar un censo electoral a prueba de dudas, no agobiados por las pequeñeces de la politiquería. Que no importa bajo qué nombre, es repudiable. De los mismos audios se deduce que los hechos no son actos delictivos personalísimos del comisionado Óscar Rivera. Él ha demostrado compromiso con el proceso de identificación ciudadana. Valiosos, por muy escasos, su pensamiento y discurso son orgánicos y estructurados y conoce a profundidad los procesos coadyuvantes. Sustituirlo por otro que quizás sea proclive a cometer aquellos actos, en adición al desconocimiento de esos procesos en el RNP, sería un error. Que no se le acepte la renuncia. Los 3 comisionados deben sustraerse del manejo de personal. Se debe conformar una comisión ciudadana que valide su gestión. Es urgente.