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Esta vez se tendrá que encarar la transformación. La pendiente después de los mil setecientos millones de dólares en ayudas y obras donados por la comunidad internacional, resultado de la Cumbre de Estocolmo para la Reconstrucción y el Desarrollo de Centroamérica (CE). Logro fundado en la confianza en la administración del presidente Flores. Su decisión personal de delegación de responsabilidades como de protagonismos, la convocatoria sin sectarismos y el compromiso con la transparencia definió la gran oportunidad. Al César… El Documento de Bruselas, antecedente de esta CE, era el faro para iluminar en la aún hoy, a 22 años, diferida reconstrucción. El desarrollo “está lejano como sol por nacer”. Por un sino inexplicable, como nuestros antepasados mayas, dirigentes botan lo construido para tratar de edificar sobre sus restos. Seguiría el Dialogo Nacional y después la Visión de País y Plan de Nación con decretos incluidos. Brillantes proyectos. Pertinentes. Al final solo de utilidad para los vivos de siempre: los bien pagados consultores extranjeros y nacionales. Inflaron sus bolsillos y sus egos. Desde hace 30 años hace también maravillosos Planes de Nación, el Colegio de Defensa Nacional (CDN). ¿Por qué no se implementa cualquiera? ¿Existe capacidad de ejecución? ¿Existirá rendición de cuentas? En Estocolmo se mostró que sí. El gobernante instruyó: las donaciones entregadas a sus destinatarios por los mismos donantes. No era de pasar las vergüenzas del Fifí: “distinguidas damas” guardaban para sus privilegiados hijos lo que era para los niños pobres de nuestro país. ¿Qué cuesta leer hoy esas lecciones? Sin el sectarismo maldito que todo arruina. Necesitamos que este gobierno alcance objetivos comunes. Falsa creencia la de que en la destrucción del presidente Hernández está la victoria de otros. Fracasa él, fracasamos todos. Hay que apoyarle y él debe buscar apoyo. Ahora es impostergable la transformación y sin las ayudas y obras regaladas por el huracán Mitch.