Columnistas

Clase política gobernante, mal modelo para la juventud

Todo anda mal en Honduras. Infelizmente, la clase política gobernante no es un buen modelo para la juventud de Honduras. Ellos y los funcionarios públicos elaboran las políticas públicas para la juventud con alta perfección teórica, pero en la práctica no son eficaces, no logran impactar en los jóvenes y menos moverlos de la irrelevancia a la incidencia. Los propósitos fundamentales de la etapa de la vida de un niño y de un joven son la construcción de su identidad y la construcción de su autonomía, avanzando en el tiempo adquirir los valores como la autorrealización, la autonomía y la competencia en la acción, estos valores tienen una demanda mayor hoy en día. La independencia personal o autonomía y competencia de acción son bienes absolutamente necesarios para progresar en la sociedad del logro, altamente individualizada y competitiva, pero en Honduras este panorama no se ve ideal y claro, porque la información que está recibiendo nuestra juventud en el día a día, son noticias de corrupción, noticias relacionadas con lo malo, con lo perverso y quienes originan estas malignas noticias son nuestros gobernantes en los tres poderes del Estado, funcionarios públicos, empresarios, militares, policías, sindicalistas, etc. Todas estas noticias sobre actos de corrupción de funcionarios públicos forman en un grupo de nuestra juventud una confusión, llegando a distorsionar sus valores, asumiendo que es normal hacer lo malo y siempre gozar de los beneficios del cargo público; sin embargo, en otros les provoca rechazo y desconfianza. Los niños y los jóvenes suelen ver y escuchan por la radio y la televisión, leen en los periódicos y se convierten en testigos de los acontecimientos públicos y de algún modo sienten vergüenza, cuando, por ejemplo, recibieron la noticia del resultado del juicio que se celebró en la Corte del Distrito Sur en New York, declarando culpable al exdiputado Juan Antonio “Tony” Hernández por delitos de narcotráfico, y en el mismo juicio la Fiscalía señaló a su hermano, el actual presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, como co-conspirador de narcotráfico (CC-4) y Honduras calificada como un narco-Estado. Mal ejemplo. Le impacta también a la juventud escuchar que el presidente del Congreso Nacional, y actual candidato presidencial, haya sido señalado e imputado judicialmente por actos de corrupción por la desaparecida Maccih-Ufecic, y que para no impedir su carrera política y la de sus compañeros diputados también imputados, hicieron mayoría en la Cámara Legislativa a favor de la NO continuidad de la Maccih en Honduras. Obstaculizando la justicia. No es fácil para un niño y un joven que ha crecido escuchando que es malo violar la Constitución, y luego venga un legislador y manifieste con sus hechos que es bueno. Ciertamente esta deformación de valores es difícil de asimilar, tal hecho, entonces, provoca en la juventud rechazo hacia los políticos y las instituciones políticas, situación que impide la participación al fortalecimiento de la democracia y que, a la postre, se establezca un sesgo intergeneracional que afecte la buena administración de procesos políticos y democráticos, perjudicando la nación. En Honduras, el gobierno orlandista y los movimientos políticos afines han desestimado las leyes y la constitución sin importarles las consecuencias, han venido desfigurando la buena identidad y el buen modelaje ético y moral para las nuevas generaciones, han dado paso a la cultura de la corrupción. La corrupción política entendida como el manejo fraudulento por parte del gobernante y demás funcionarios públicos en beneficio propio o de terceros, es un cáncer maligno que vive en simbiosis con cualquier sistema político y de partidos políticos. La corrupción corroe las bases de la democracia, rompe la idea de igualdad, pervierte cualquier pacto social, quebranta cualquier norma, traiciona y destruye los derechos humanos. En este sentido, los diputados han hecho mal a consciencia cometiendo delitos indignos de la representatividad que ostentan. Han defraudado los sueños de la juventud, de la ciudadanía y de todo el pueblo, quienes deberían confiar en ellos, pero que ahora piensan que los parlamentarios no son dignos de confianza alguna. Otra prueba irrefutable de mal modelo fueron las desdichadas declaraciones del ministro de la Presidencia, quien se atrevió a calificar al pueblo hondureño de ignorante, y agregó: el pueblo nos dará el voto sin importarles cuántas personas han fallecido en la pandemia del covid-19, ni por la cantidad de actos de corrupción que hayamos hecho, nos darán el voto sin importarles si están desempleados o pasando hambre, simplemente nos darán el voto porque pondremos dinero en sus bolsas. Insoportable. Finalmente, para superar las crisis social, política y económica, y alcanzar la justicia y la paz en Honduras, es necesario la renuncia o salida del actual jefe de Casa de Gobierno y su equipo. Queda planteado.