Columnistas

Té presidencial

El abogado Hernández Alvarado cocinó un brebaje y repartió té de valeriana a los opositores de su gobierno especialista en cocimientos y otras hierbas. El presidente tiene razón, necesitamos un buen té para los nervios porque cada vez que habla y propone una nueva salida para el caos en el que tiene el país, nos altera más el sistema sensitivo y nos colapsa.
El hombre quiso aparecer como el gran calmante del covid-19. A principios de la pandemia, aparecía en sus largas cadenas como irrefutable y ponderado científico de pueblo recomendando medidas sanitarias, pero lo que en verdad logró fue disparar los casos de desequilibrio emocional y los del nuevo coronavirus.
Luego, como buen especialista en los mejengues de medicina alternativa, nos recetó el tratamiento CATRACHO y el método MAIZ para detener el contagio; caso contrario, ahora que la curva de la tragedia no se aplana, el presidente se va a la cocina del abuelo y prepara la fórmula mágica contra los nervios de esos opositores incómodos, recetándonos esta infusión con propiedades maravillosas para calmar ese amasijo de estados de equilibrio ya disparados. Lo que no sabe, es que solo el hecho de pensar que se puede reelegir con todo y sus compadres que han dejado en la calle la gobernabilidad de la nación, ante el paso de la impunidad y la corrupción, mismas que han establecido como ley absoluta, basta para producirnos una mayor crisis psicológica.
Pero no, no existe medicina por muy avanzada que sea, ni tés enjuagados en los laboratorios del despotismo que puedan calmar los nervios intensos, cuando se pretende ejercer el poder por tercera vez, y la cuarta del Partido Nacional, sobre todo, en estos días de «reformas» electorales hechas a la medida de ellos, así como hicieron con el nuevo Código Penal.
Por eso, con buena sazón, el presidente receta la valeriana: una planta que crece en praderas, más no en las llanuras, y que ayuda a que las personas puedan conciliar el sueño con mayor facilidad, especialmente, a la masa con insomnio crónico por la crisis, por la inseguridad, por el robo estatal, la miseria, el hambre, el desempleo, la farsa, el circo… En fin, esta planta aromática es un buen control social, principalmente la raíz, que como toda tiranía, crece desde abajo hasta romper todas las leyes de la naturaleza, así como las jurídicas.
Señor Hernández, viéndolo bien, la raíz del té que nos receta tiene menos propiedades y beneficios que usted, pese a ello, es mejor que también se lo tome, porque seguro sufre de insomnio, se ve cansado y algo desesperado ¡Vamos! Seguro la raíz de la valeriana le hará bien, así podrá aliviar un poco su desvelo pensando a quien quita y a quien pone en ese ajedrez trasnochado y oscuro de las candidaturas, así como también, en ese incienso regado dentro de las misas negras que tanta ansiedad le provoca. Esta raíz le calmará el estrés, además, le mejorará la calidad del tiempo que le queda en el poder, le ayudará con la memoria, esa que tanto ocupa, y entre otras habilidades de resolución de problemas, aunque para eso ya tiene su séquito, que en lugar de darle soluciones, solo saben enredarlo mucho más de lo que ya está. ¡Tómelo! Lo necesita más que nosotros.
Sin embargo, lo que no sabe la receta del abuelo, es que el té de valeriana tiene efectos secundarios para quien lo prepara: como dolor de cabeza por los fraudes, mareos por el poder, problemas estomacales por el horror de perder las elecciones, sudoración por miedo de una cárcel, etc.
Es mejor, señor presidente, que empiece a inventar una pócima con otras hierbas para calmar a este pueblo; por ejemplo: un té digo dónde está el dinero, un té doy seguridad, un té doy transparencia, un té doy educación, un té doy salud, un té doy paz, un té doy derechos humanos, un té doy libertad política, té doy justicia, un té doy libertad de prensa, un té doy libertad de opinión, un té doy poder público, un té doy elecciones auténticas, un té doy libertad del voto, un té doy seguridad social, un té doy condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo, entre tantos otros tés, que usted como buen cocinero, conoce mejor que yo.
Pero, no olvide recomendar uno para usted, para sus malos funcionarios y para sus congresistas: un té vas, y esta vez, con todo y partido.