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La coyuntura crítica

Se define así a los grandes acontecimientos que alteran el equilibrio político, social y económico existente en una o muchas sociedades. Un ejemplo de ello fue la peste negra que mató a la mitad de la población en la mayor parte de Europa en el siglo XIV. Otro ejemplo lo fue la Revolución Industrial del siglo XVII, que ofreció la posibilidad de cambios rápidos, pero a la vez perturbadores en la estructura de las economías del globo. Actualmente se presenta otra coyuntura crítica de insondable impacto, que abate en forma simultánea prácticamente a todas las regiones del mundo a partir del 2019, y es la pandemia que tiene alterada y paralizada la economía mundial.

El conflicto social por el poder y la renta se registra históricamente desde la revolución neolítica, hace mas de 9,000 años, y fue la primera transformación radical de la especie humana al pasar, de nómada a sedentaria, cuando se concretó una economía productora basada en la agricultura y la ganadería.

El conflicto social por el poder ha sido una constante en todas las sociedades, y las llamadas coyunturas críticas son por sí mismas puntos de inflexión históricos, con características peculiares según sea el caso, que podrían ir desde la calamidad hasta condiciones inesperadas que exigen un cambio. Sin embargo, a pesar de toda la calamidad que nos ha traído la condición actual, de las crisis se puede salir adelante si utilizamos el recurso histórico y la inteligencia.

Una de las principales acciones a tomar es hacer del ámbito nacional un verdadero Estado de derecho, y una de las principales herramientas legales es la ley de derecho a la propiedad. De tal forma que las nuevas ideas, innovaciones, emprendimientos o cualquier modelo que pretenda hacer de la actividad económica algo sostenible y saludable para la sociedad, tengan el respaldo debido.

Existe un círculo virtuoso asociado a instituciones políticas y económicas inclusivas, estas hacen respetar los derechos de propiedad, crean igualdad de oportunidades, y fomentan la inversión en habilidades y nuevas tecnologías. Para esto, será necesario un cambio de modelo político-económico que respalde la repartición del poder político ampliamente de manera pluralista, y que sea capaz de centralizar para establecer la ley y el orden, que serían la base de los derechos de propiedad y de una economía de mercado inclusiva. El círculo virtuoso crea una tendencia por la que las instituciones inclusivas persistan en el tiempo.

Hace unos días, se escuchaba un análisis acertado en relación a la fallida experiencia del Mercado Común Centroamericano. Se decía, entre otras cosas, que Centroamérica sirvió de ejemplo ante el mundo, con un mercado integrado común, que fue alimentado con ideas de estrategas calificados de los años 60, más el empuje y la iniciativa de un sector empresarial regional de primera línea. Actualmente, la Unión Europea, se considera que es una réplica macro de aquel ambicioso proyecto regional.

También, en días recientes, el Banco Centroamericano estableció una propuesta de financiación para la modernización portuaria y vial que permita el transporte multimodal para ambos océanos, que se considera un modelo moderno de infraestructura propio para los nuevos escenarios económicos mundiales, un ofrecimiento sin precedentes para los países centroamericanos. Realmente, el bloque de países del istmo ya debe ir pensando en ser uno de los nuevos bloques protagónicos del nuevo orden mundial, porque de algo si hay que estar seguros, una nueva realidad económica se avecina.

De todos es conocido el reciente fenómeno de la guerra comercial entre China y Estados Unidos. No es necesario explicar cómo se dio en el pasado la asociación comercial antes mencionada, y que otros países en bloque imitaron. El auge que China tuvo después de la década de los 70 ha sido notorio. Pues bien, en septiembre de 1976, Mao Zedong, primer ministro, murió. Esta fue otra coyuntura crítica para la China y para el mundo.

Con la desaparición de Mao, hubo un vacío de poder que fue aprovechado por quienes tenían distintas visiones y creencias sobre las consecuencias del cambio. Deng Xiaoping, sin afán de suprimir el partido comunista, pretendió con éxito comenzar un proceso de introducción de mercados inclusivos. La población china tenía una necesidad desesperada de mejorar su nivel de vida, por lo tanto, quería reformar la economía y reforzar el papel de los incentivos y las fuerzas de mercado, ampliando las posibilidades de la propiedad privada, y deshacerse de conceptos como la “lucha de clases”.

Las naciones de primer mundo, en su afán de pretender el control del poder y los recursos del globo, estarán buscando nuevas formas de asociación estratégica para integrar cadenas de producción y distribución a conveniencia. Por lo tanto, es viable un proyecto regional de reforma estructural que ofrezca al primer mundo, infraestructura, bajos costos de mano de obra, recurso humano, condiciones financieras proclives a atraer la inversión externa.

Todo lo anterior pasa por la adopción de un modelo económico-político inclusivo, que permita la desconcentración de la actividad económica y consecuentemente del beneficio que por décadas ha estado en poder de grupos económicos. Este paso sería posible si se diera en el cortísimo plazo, un replanteamiento de la estructura política, que sea de carácter pluralista y en armonía con el modelo económico deseado. Lógicamente, debemos pretender un modelo político inclusivo y pluralista que genere instituciones económicas inclusivas.

A nivel de nación, se requiere una reprogramación de la actividad económica, pero sobre todo a nivel personal debemos despojarnos de actitudes egoístas y fortalecer la solidaridad y el amor al prójimo. Los agentes económicos de este modelo querrán ver la pobreza disminuida y que día a día más hondureños tengamos la oportunidad del bienestar