Columnistas

Las primarias, entre rencores y esperanzas

Dice Víctor Manuel en una de sus canciones, “Que no cese la esperanza acorralada, con un voto no cambiamos casi nada”, pero yendo a la urnas es la forma, por ahora, de alternar los gobiernos sin ir a las armas. El domingo convocan oficialmente a elecciones primarias, que serán el 14 de marzo.

En la antigua Roma sería supersticioso, los temidos idus, las fechas 13 o 15 de algunos meses, en particular este, dedicado al dios Marte; pasaban cosas sorprendentes, sobre todo en política, como ocurrió a Julio César, que al desoír las advertencias murió apuñalado en el Senado. Shakespeare lo dramatizaría siglos después con la sentencia: “Cuídate de los idus de marzo”.

Y repitiendo el número 14, es la cantidad de partidos políticos que ahora hay en el país, pero solo tres participarán en las primarias, los que reúnen más seguidores y detractores: Partido Liberal, Partido Libertad y Refundación (Libre) y Partido Nacional.

Las elecciones llegan cuando la armonía de la sociedad hondureña no vive su momento más aplaudido y se vota con más rencores que esperanzas. Los mismos partidos políticos se balancean entre acusaciones y desencuentros de sus dirigentes; hay divisiones internas escandalosas y otras silenciosas, pero no faltan.

Los liberales se debaten en un amplio espectro ideológico, como siempre: conservadores, moderados, progresistas e izquierdas. La precandidatura de su presidente, Luis Zelaya, es un enigma; quedan por ahora: Óscar Melara, Darío Banegas, José Luis Moncada y Roberto Contreras.

En Libre, que reúne socialismo democrático, liberal democrático y hasta anarquismo -entendido como filosofía política, no peyorativo- son muchos movimientos, pero solo tres precandidaturas, aunque la de Xiomara Castro está en suspenso, quedan seguros Carlos Eduardo Reina y Wilfredo Méndez.

El Partido Nacional ha querido adosar el humanismo cristiano, pero va de derechas a derecha extrema. Mantiene una tradicional línea vertical; sus dirigentes deciden quien va y quien no, y aunque haya algunos inconformes, no se atreven a disentir. Por ahora solo se apunta a la precandidatura Mauricio Oliva; el alcalde capitalino Nasry Asfura, otro enigma.

Si quitáramos vicios, trampas y fraudes que han marcado toda la vida las elecciones hondureñas, el éxito estaría en la organización y coordinación de sus cuadros; en eso los nacionalistas llevan ventaja; le sigue Libre, que por su naturaleza agrupó a dirigentes con experiencia organizativa y simpatía nacional; los liberales siguen resquebrajados, después del golpe de Estado de 2009.

No hay colores para todo los gustos; tenemos rojo, liberal; rojo-negro, izquierdas; azul, derechas. Faltan partidos verdes, ecologistas; amarillos, liberal libertario; violeta, feministas. Así como está la sociedad de desencantada de todo y de todos, los políticos deberían hacer caso a Shakespeare y cuidarse de los idus de marzo.