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Volviendo a la nueva 'anormalidad”

Cada día que pasa, las ciudades se movilizan más, y pareciera que la “nueva normalidad” es desafiar el futuro, la muerte y la ciencia. Lejos de haber aprendido la lección del coronavirus, como país, pareciera que seguimos como barco a la deriva, sin dirección a un puerto seguro. Cada día que pasa, la incertidumbre en el pueblo hondureño sobre si “aplanamos la curva” es incierta; debido a que no existe confianza en los datos y las instituciones, que emiten la información oficial. El coronavirus avanza a un ritmo rápido y prolongado en todos los rincones de Honduras, y pareciera que no ha logrado romper nuestro cascarón de orgullo, prepotencia, materialismo, y volvemos a la nueva “anormalidad” sin tocar la parte más sensible, tierna, compasiva, solidaria y amorosa del ser humano.

Estamos volviendo a una normalidad que nunca existió, una normalidad en la que vivíamos con desigualdades, con altos niveles de corrupción, impunidad, altas tasas de homicidios, reducido acceso y cobertura a la educación y la salud, como se si esto fuera natural. Estamos volviendo a la nueva “anormalidad”, justificando nuestros errores, sin tomar decisiones que beneficien al pueblo. Estamos volviendo ocultándonos detrás de una mascarilla para justificar lo injustificable; estamos volviendo sin aceptar los reclamos genuinos del pueblo hondureño que pide construir una democracia inclusiva, transparente y representativa. Estamos volviendo lavándonos las manos y no la conciencia, de los actos de corrupción, que pareciera que son naturales de nuestra nación. Estamos volviendo tapándonos la boca por temor a las represalias de quien conduce el barco llamado Honduras. Estamos volviendo a las reunioncitas para ponernos de acuerdo en qué conviene y qué no conviene para nuestros intereses.

Es momento pues, de regresar y repensar si el modelo de país en el que estamos viviendo está produciendo los frutos que anhela el pueblo hondureño. Es momento para los que toman las decisiones macro de nuestra Honduras preguntarse si están preparados para este nuevo futuro de Honduras. ¿Se han imaginado este nuevo futuro y las implicaciones que tiene para el pueblo hondureño si seguimos en las mismas y no realizamos los cambios estructurales que necesita el país? Es momento de reinventarse, pues, tal y como lo decía el papa Francisco en una de sus homilías, “La pandemia es una crisis y de una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores”.

Los hondureños debemos salir mejores, curando el gran virus de la injusticia social, la corrupción, la impunidad, y la indiferencia de nuestra clase política. Hoy tenemos una oportunidad para construir algo diferente, comencemos por restituir la institucional de Honduras y coloquemos las reglas del juego para las futuras generaciones. Somos hondureños, distribuidos a lo largo y ancho de los 112,492 km2, tenemos un mismo origen y, por lo tanto, debemos trabajar todos para mejorar el ambiente en que vivimos. Volvamos pues, a la nueva normalidad con respeto, diálogo, pero siempre buscando la verdad y el bien del pueblo que se llama Honduras