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El Presidente finge enojo

Cuando se estaba construyendo el Palacio de los Deportes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), la rectora de la institución en aquellos momentos, Julieta Castellanos, cursó invitación a los miembros del Consejo Universitario para hacer una visita y conocer in situ los avances de la construcción, para lo cual se hizo acompañar de los ejecutivos de las compañías responsables de la obra. Se preguntó a la autoridad universitaria sobre el financiamiento, nos informó que esa construcción se había hecho con fondos propios y a un costo de unos 700 millones de lempiras. Las instalaciones empezaban a lucir majestuosas. La rectora Castellanos en el recorrido por las edificaciones deportivas nos explicaba que eso se lograba gracias a que ella tenía un equipo extraordinario de trabajo, y que, además, ella contaba con todas las llaves de las gavetas de la institución. Dando a entender que todo se había hecho con transparencia. Lo anterior, a propósito del escándalo que se ha dado con la compra de medicamentos, material de bioseguridad y hospitales. La inversión ha sido millonaria, tanto que los recursos de lo presupuestado están agotados. El dinero destinado al pago de empleados públicos ya no existe, se gastaron los recursos orientados a la construcción de carreteras y de otros renglones básicos para el funcionamiento del Estado. La situación es calamitosa. La pandemia ha ocasionado gastos por encima de la disponibilidad financiera en salud y ha generado pérdidas de empleos en la gran empresa y en las mipymes, pero el mayor drenaje de recursos públicos ha sido por la corrupción. Ahora se presiona por la revisión del Presupuesto General de la República, lo cual llevará, sin lugar a dudas, a reducir el gasto en los servicios en de salud y educación, sectores donde más ha golpeado la crisis sanitaria. La revisión y ajuste presupuestario debería estar orientado a examinar todas las exoneraciones fiscales y reducir los gastos superfluos y aquellos salarios elevados de burócratas, de otra manera será el pueblo el sacrificado, pagando daños directos de la pandemia, la ineficiencia del gobierno y los actos de corrupción. Cuando los políticos llegan a la dirección del Estado como gobernantes, asumen la responsabilidad de manejar los asuntos públicos con transparencia y equidad, acompañándose para ello de ciudadanos probos. El actual gobernante Juan Orlando Hernández, sin generalizar, ha escogido un equipo de gobierno muy inclinado a la cleptomanía. El mismo, al ordenar recibir un equipo hospitalario, cuando algunas de sus piezas están en mal estado, confirma su complicidad en un acto vergonzoso en la historia de la corrupción en Honduras. La posición cómoda que el Presidente de la nación ha adoptado es un enojo, que para muchos es fingido, al decir que es “inaceptable que nos hayan enviado equipo usado o en mal estado”. Lo inaceptable es haberlo recibido en la forma y condiciones en que se hizo. Señor Presidente, usted tiene las llaves de las gavetas del Estado, usted es responsable de la forma como se utilizan los fondos.