Columnistas

Otra oportunidad para la corrupción en Honduras

La pandemia del Covid-19 puso al desnudo el precario y deficiente sistema de salud de Honduras, el pueblo ya lo sabía, pues pasaron varias administraciones y no lo fortalecieron. Los hospitales y centros de atención médica sin la estructura debida, sin medicamentos y equipos, sin insumos para realizar pruebas laboratoriales y cirugías. Antes bien, fueron manifiestos los actos de corrupción del IHSS y, también, del mismo presupuesto del sistema de salud salía el 50% con destino a la industria de corrupción. Desgraciadamente hoy, en tiempos de enfermedad y muertes colectivas, los corruptos como ser los políticos gobernantes, funcionarios públicos y empresarios, pavonean su corrupción por los comercios de bienes e insumos sanitarios dentro y fuera del país, haciendo compras distorsionadas al margen de la ley a fin de robarse el dinero del pueblo.

El actual gobierno desde el inicio de sus mandatos, en lugar de garantizar en forma práctica y natural la calidad de vida de los hondureños, a través de la salud, educación, trabajo, alimentación y servicios básicos; fortaleció el imperio militar con cantidades exorbitantes de recursos en el presupuesto general de la República y hasta les entregó el poder agrícola acompañado de cuatro mil millones de lempiras para fortalecerlos aún más y claro, negociando su protección, y sin permitir auditorías confiables.

A inicios de esta crisis por el Covid-19, el administrador de Casa Presidencial tomó una decisión alocada y precipitada, ordenando un viaje aéreo expreso para comprar respiradores mecánicos en buen estado y técnicamente útiles, pero no fue así, compraron respiradores mecánicos inapropiados, descalificados por autoridades internacionales y nacionales de salud. Además, venían incompletos y sobrevalorados, propinándole una bofetada al pueblo y burlándose de su inteligencia. El pueblo hondureño resiente también las malas y obtusas prácticas de políticos y funcionarios públicos en esta crisis del coronavirus, al distribuir bolsas de alimentos a personas preferiblemente miembros del movimiento político orlandista del Partido Nacional y a los beneficiarios del programa de Vida Mejor, como si las demás familias hondureñas no fuesen seres humanos, como que no estuvieran en la misma piel y sienten hambre, que tienen necesidad de los mismos requerimientos nutricionales, niños, niñas, madres, recién nacidos, mujeres embarazadas, personas enfermas, de la tercera edad y sin ingresos. Crueldad. Además, cada bolsa de alimentos lleva la foto del actual administrador inconstitucional del Estado, haciendo campaña político-electoral abierta con el mismo dinero del pisoteado pueblo y traficando con el hambre de nuestros compatriotas más necesitados. Repudiable.

En la emergencia, los diputados en el Congreso Nacional aprobaron préstamos internacionales y partidas presupuestarias de miles de millones de lempiras para hacerle frente al Covid-19, considerado el mayor presupuesto de la región y esto más, sin permitir auditorías imparciales de organismos internacionales como Transparencia Internacional de Berlín, Alemania, y del Centro contra la Corrupción de Oslo, Noruega, ni del Consejo Nacional Anticorrupción de Honduras (CNA). Pero eso sí, dieron luz verde para que los organismos del Estado o comisiones especiales de diputados cuestionados en quienes el régimen tiene jurisdicción a placer hicieran labores contraloras. Estas son señales inequívocas de que estos dineros ya fueron manoseados, repartidos y destinados para uso personal, para uso políticos-electorales, reducidos recursos para atender las reales emergencias del coronavirus.

El pueblo hondureño debe estar consciente de que los funcionarios del actual gobierno saben administrar los dineros del Estado, claro que sí, y lo hacen muy bien para beneficio de su mundo perverso, existe una gran cantidad de mentes brillantes, inteligentes y creativas para establecer estrategias con mecanismos seguros (por los momentos) para el fortalecimiento de la industria de la corrupción. El problema real se fundamenta en el blindaje jurídico facilitado y construido desde los tres poderes del Estado, que no permiten capturar, enjuiciar, condenar y llevar a prisión a los corruptos. Lo intolerable para el pueblo hondureño es la corrupción coordinada desde Casa de Gobierno y ejecutada por políticos, funcionarios públicos y empresarios, porque malversan los recursos de nuevos créditos internacionales, partidas presupuestarias y los fondos reorientados que provienen de préstamos internacionales que ya tiene Honduras destinados originalmente para proyectos carreteros y agrícolas, y que ahora deben ser invertidos y utilizados en la crisis sanitaria, pero infelizmente son administrados por personas miembros de la industria de la corrupción.

El pueblo está a la espera de las noticias del sistema de justicia de EE UU relacionado con lo del CC-4 y la clarificación del asunto de que Honduras es un narco-Estado. Mientras, sucede lo inesperado en este tiempo de pandemia, luto, dolor y sacrificio, caen sobre Honduras y su pueblo tormentas de robos, la corrupción hace su carnaval y los corruptos haciendo fiesta con el dinero del pueblo. Tristeza. Definitivamente, el pueblo hondureño está inmerso en un mar de corrupción. Queda planteado.