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Piensa mal y acertarás

Hace 507 años, Niccolò di Bernardo dei Machiavelli (Nicolás Maquiavelo) escribió, mientras permaneció en la cárcel, la destacada obra “El príncipe”. Es un tratado de teoría política que describe las relaciones entre el gobernante y sus súbditos.

Una de las frases atribuidas a Maquiavelo en esta obra es “piensa mal y acertarás”, frase que podría atribuirse a una concepción negativa hacia el hombre y a la necesidad de tomar precauciones o más aún, medidas evasivas o restrictivas, dependiendo de los posibles escenarios. La frase aislada es fría, calculadora y llena de desconfianza. Pero en el escenario adecuado puede ser una tabla de salvación y ayuda para evitarnos muchos males.

Considerando el escenario actual de confinamiento obligatorio, las preguntas surgen inexorables, filosas, molestas: con 519 contagios desde el inicio de la pandemia a la fecha en que se escribe esta opinión, para una población que roza los nueve millones de personas tenemos un porcentaje de contagiados de apenas 0.006%.

Pensando mal, los hondureños no somos muy disciplinados para seguir instrucciones, nos gusta el contacto físico, compartir, visitarnos, salir, etc., confirmado por los enormes grupos de personas congregadas en mercados, colonias, barrios, etc., sin guardar las precauciones solicitadas en aburridas cadenas multimedios. Sin embargo, los hospitales no están desbordados, ni mucho menos.

Pensando mal, no hemos vuelto a saber de enfermedades similares como son las gripes estacionales, dengue, zika, chikungunya, asma y su incidencia de muertes en el país. Solamente se reportan las muertes por Covid-19. No tenemos datos del Ministerio de Salud para diferenciar las muertes ya que las autopsias no se realizan a posibles decesos por esta última enfermedad.

Pensando mal, el presupuesto asignado en los últimos días para el combate a la “pandemia” es de 3,800 millones de lempiras, lo que supone una inversión global por infectado de 7,321,772.64 lempiras. ¡Esa cifra es procaz!

Pensando mal, a la fecha, con las condiciones actuales de país, deberíamos reportar decenas de miles de infectados y muchas muertes, tener una situación de salud desbordada y un gran caos derivado del drama sanitario.

Se nos ha hablado de alarma, emergencia, crisis, en un lenguaje lleno de una retórica inflamada de superlativos y utilizada de manera consciente, abusiva y desproporcionada.

Pensando mal, las autoridades del gobierno no se prepararon con antelación ni se informaron adecuadamente, y no se trazó un plan adecuado a las características demográficas y etarias de la población, sino que se sumó de entrada al confinamiento obligatorio sin considerar las consecuencias económicas a futuro que, dicho sea de paso, van camino a convertirse en más funestas que la propia enfermedad, si no se toman acciones inmediatas.

Pensando mal, creo que de forma paralela están desarrollándose dos escenarios que debemos considerar para tomar acciones: el primero es que no se nos está diciendo la verdad sobre todo lo relacionado con esta enfermedad en Honduras y hay sectores interesados en que así continúe, mediante el despliegue de una cortina de miedo y confinamiento indefinido.

El segundo es que esta pandemia en Honduras, como la de 2009-2010, es más ruido que nueces: a nosotros nos ha tocado el ruido y otros se están comiendo las nueces. Pensando mal, podría estar del todo equivocado, pero ustedes dirán si, pensando mal, he acertado.